Libro cuarto - De la naturaleza de las cosas - poema en seis cantos de Tito Lucrecio
De Searchology
De la naturaleza de las cosas
Poema en seis cantos de Tito Lucrecio Caro ; traducido por D. José Marchena
DE RERUM NATURA - Acerca la Naturaleza de las cosas
- Libro primero - De la naturaleza de las cosas - poema en seis cantos de Tito Lucrecio
- Libro segundo - De la naturaleza de las cosas - poema en seis cantos de Tito Lucrecio
- Libro tercero - De la naturaleza de las cosas - poema en seis cantos de Tito Lucrecio
- Libro cuarto - De la naturaleza de las cosas - poema en seis cantos de Tito Lucrecio
- Libro quinto - De la naturaleza de las cosas - poema en seis cantos de Tito Lucrecio
- Libro sexto - De la naturaleza de las cosas - poema en seis cantos de Tito Lucrecio
Libro Cuarto
- Los sitios retirados del Pierio
- Recorro, por ninguna planta hollados:
- Me es gustoso llegar a íntegras fuentes,
- Y agotarlas del todo; y me da gusto,
- Cortando nuevas flores, rodearme
- Las sienes con guirnalda brilladora,
- Con que no hayan ceñido la cabeza
- De vate alguno, las divinas musas:
- Primero, porque enseño, cosas grandes,
- Y trato de romper los fuertes nudos
- De la superstición agobiadora;
- Después, porque tratando las materias
- De suyo obscuras con pieria gracia,
- Hago versos tan claros: ni me aparto
- De la razón en esto: a la manera
- Que cuando intenta el médico a los niños
- Dar el ajenjo ingrato, se prepara
- Untándoles los bordes de la copa
- Con dulce y pura miel, para que pasen
- Sus inocentes labios engañados
- El amargo brebaje del ajenjo,
- Y la salud les torne aqueste engaño,
- Y dé vigor y fuerza al débil cuerpo;
- Así yo ahora, pareciendo austera
- Y nueva y repugnante esta doctrina
- Al común de los hombres, exponerte
- Quise nuestro sistema con canciones
- Suaves de las musas, y endulzarle
- Con el rico sabor de poesía:
- ¡Si por fortuna sujetar pudiera
- Tu alma de este modo con enlabios
- Armónicos, en tanto que penetras
- El misterio profundo de las cosas
- Y en tal estudio el ánimo engrandeces!
- De los átomos, pues, las cualidades
- Y la diversidad de sus figuras
- Antes de demostrado, y cómo giran
- De suyo eternamente en el espacio
- Los dichos elementos de las cosas,
- Y cómo pueden producirse de ellos
- Todos los seres: puesto que he enseñado
- Cuál es del alma la naturaleza,
- Y a qué principios debe su existencia
- La actividad que tiene unida al cuerpo,
- Y cómo en sus primeros elementos
- Se resuelve después de separada;
- Ahora daré principio a una materia
- Que se une íntimamente a lo que he expuesto.
- Digo que existen cuerpos a quien llamo
- Simulacros, especies de membranas,
- Que, de las superficies de los cuerpos
- Desprendidos, voltean por el aire
- Al azar, de continuo, noche y día,
- Y el espíritu agitan con terrores,
- Nos hacen ver figuras monstruosas
- Y espectros y fantasmas horrorosos
- Que el sueño nos arrancan muchas veces:,
- No creamos quizá que de Aqueronte
- Las almas huyen, y las sombras vuelan
- Entre los vivos; ni después de muertos
- Puede quedar alguna parte nuestra,
- Cuando el cuerpo y el alma separados
- Se vuelven a sus propios elementos.
- Pues de la superficie de los cuerpos
- Digo salir efigies y figuras
- De gran delicadeza, que llamamos
- Membranas, o cortezas, porque tienen
- La misma forma y la apariencia misma
- Que los cuerpos de donde se separan
- Para andar por los aires esparcidas.
- El hombre más estúpido bien puede
- Conocer la existencia de estos cuerpos:
- Primero, porque existen muchos seres
- Cuyas emanaciones son muy claras:
- En unos se difunden libremente
- Sus partes separadas, como el humo
- Que sale de la leña, y los vapores
- Que despiden los fuegos: una tela
- En otros viene a ser mejor urdida;
- Así en estío dejan las cigarras
- Las túnicas añosas, y desprenden
- Los nacientes becerros las membranas,
- Y la serpiente lúbrica en las zarzas
- Se despoja también de su camisa,
- Pues vemos los zarzales coronados
- Con aquellos despojos voladores:
- Y puesto que sucede lo que digo,
- Debe la superficie de los cuerpos
- Enviarnos imágenes iguales,
- Aunque sutiles; porque de otro modo
- No se puede explicar cuál es la causa
- De que existan figuras tan groseras,
- Más bien que las sutiles y delgadas,
- Siendo la superficie de los cuerpos
- De infinitos corpúsculos compuesta,
- Los que apartados pueden conservarse
- En el orden y forma que tenían,
- Y arrojarse con tanta ligereza
- Cuanto menos obstáculos se oponen,
- Por ser tan delicados y sutiles
- Y estar en superficie colocados.
- Porque vemos salir seguramente
- Partículas sinnúmero, no sólo
- De lo interior del cuerpo, como dije,
- Antes bien de su misma superficie,
- Como el color. Esto hacen las cortinas
- Amarillas y negras y encarnadas
- Que cuelgan de las vigas y columnas,
- Y flotan en teatros espaciosos;
- Porque allí con sus brillos tembladores
- Espectador y escena toda embisten,
- Y a senadores, dioses y matronas
- De móvil luz coloran: más vistoso
- Y encantador al ojo es su reflejo
- La luz robando al día, si el recinto
- Del teatro cerrare exactamente.
- Luego enviando de la superficie
- Colores estos lienzos, todo cuerpo
- Debe enviar también efigies finas,
- Pues de1a superficie salen ambas.
- Tenemos así ya señales ciertas
- De las formas que vuelan por el aire
- Con tan finos contornos, que no pueden
- Verse tomadas separadamente.
- Si además el olor, calor, el humo
- Y otras emanaciones semejantes
- Aquí y allí se esparcen, es por causa
- Que de adentro del cuerpo desprendidas
- No encuentran su salida en línea recta;
- Por sendas tortuosas se dividen,
- Por medio de las cuales se abren paso:
- De los colores la sutil membrana
- Que sale de la misma superficie
- No puede ser de obstáculo rasgada.
- En fin, los simulacros que observamos
- En espejos, en agua, en brilladuras,
- Siendo de todo punto semejantes
- A los objetos que ellos representan,
- Por sus mismas imágenes se forman.
- Luego ya no hay razón para que existan
- Las efigies groseras de los cuerpos
- Mejor que aquellas otras delicadas.
- Porque todos los cuerpos nos envían
- Similares imágenes delgadas,
- Que nadie puede ver aisladamente;
- Antes sus emisiones reflejadas,
- Y juntas, de continuo por espejos,
- Los órganos nos hieren: de otro modo
- No fuera tan exacta y adecuada
- La completa visión de los objetos.
- La grande sutileza de la imagen
- Voy a explicarte, porque sus principios
- Son infinitamente más delgados
- Y más imperceptibles a la vista
- Que los mismos corpúsculos que empiezan
- A no poderse ver. Atiende en breve,
- Por dejarte del todo convencido,
- De qué delicadeza están dotados
- De la materia toda los principios.
- Existen animales tan exiguos,
- Que es invisible el tercio de su grueso:
- ¿Qué será un intestino de su cuerpo?
- ¿Cómo su corazón? ¿Cómo sus ojos?
- ¿Qué de sus miembros y articulaciones?
- ¡Cuánta delicadeza! ¿Concibieras
- Un tejido más fino y delicado
- Como es preciso tengan los principios
- Que el alma y el espíritu componen?
- Si mueves blandamente aquellas plantas
- Que olor subido exhalan, la penase,
- El abrótano acerbo, ajenjo amargo
- Y la centaura ingrata, al punto sientes
- La existencia de muchos simulacros
- Que vuelan de mil modos sin esfuerzo,
- E imperceptibles. Pero cuán pequeña
- Sea la imagen comparada al cuerpo
- De que ella emana, no puede ninguno
- Apreciar ni explicar bastantemente.
- Mas para que quizá no te persuadas
- Que vagan sólo aquellos simulacros
- Que emanan de los cuerpos; por sí mismos
- Se forman también otros, y se ponen
- En aquella región llamada el aire,
- Do se remontan bajo muchas formas,
- Mudan a cada instante de figura,
- Y de mil modos el aspecto tornan.
- Así a las veces vemos congregarse
- Las nubes por lo alto en un instante,
- Enlutando la hermosa faz del cielo,
- Con movimiento al aire festejando:
- Parecen ser gigantes espantosos
- Que vuelan y derraman a lo lejos
- La obscuridad: o bien grandes montañas
- Y peñas arrancadas de los montes
- Que preceden al Sol o que le siguen;
- En fin, un monstruo que amontona nubes
- Y las va derramando a todas partes.
- ¡Con cuánta prontitud; cuán fácilmente
- Ahora se forman estos simulacros,
- Y con cuánta abundancia se desprenden
- Y fluyen sin cesar de los objetos!
- Las superficies de los cuerpos todos
- Son como emanaciones perenales
- Que llegadas a objetos exteriores
- Penetran unos; como los vestidos,
- En otros se dividen sin que puedan
- Reflejárnos la imagen, como en leños
- Y ásperas rocas; pero no es lo mismo
- Si encuentran cuerpo denso y alisado,
- Así como el espejo, pues no pueden
- Atravesarle como los tejidos,
- Y no se descomponen sin que hayan
- Sido primeramente reflejados
- Enteros por la plana superficie.
- Por esto nos envían simulacros
- Los cuerpos lisos: y en cualquiera tiempo
- Y con cualquiera prontitud que opongas
- A éstos el espejo, allí al momento
- Aparece su imagen: sacaremos
- Que fluyen de su misma superficie
- Sin cesar los tejidos delicados,
- Y sutiles figuras: luego al punto
- Se forman infinitos simulacros,
- Y a su pronto nacer nada equivale.
- Si debe derramar en cierto modo
- Luz abundante el Sol en poco tiempo
- Para que en claridad rebose todo
- Perpetuamente; así del mismo modo
- Es preciso que salgan de los cuerpos
- De pronto amontonados simulacros
- En todas partes de infinitos modos;
- Si se vuelve el espejo a cualquier lado,
- Con su forma y color se ve el objeto.
- Cuando el cielo purísimo estuviere
- Se enluta y obscurece de repente
- Por todas partes, tanto que pensaras
- Haber abandonado las tinieblas
- El Aqueronte por llenar a una
- Las bóvedas inmensas de los cielos:
- Formada así la noche tenebrosa
- Por los nublados, vemos suspendido
- Horrible espanto encima de nosotros
- Bajo infinitas formas: mas ninguno
- Puede explicar la relación pequeña
- Que estos espectros tienen con su imagen.
- Yo en muy breves canciones armoniosas
- Declararé al presente el movimiento,
- De aquestos simulacros velocísimos,
- Con cuánta agilidad corren los aires,
- Y los grandes espacios que atraviesan.
- En un instante, hacia cualquiera parte
- Que su diversa dirección los lleva:
- A la manera que el acento débil
- Del cisne más recrea las orejas
- Que aquel clamor ingrato de las grullas
- Por la región del aire derramado.
- Observemos que deben ser veloces
- Los cuerpos que de suyo son ligeros
- Y formados de átomos sutiles:
- La luz del Sol y su calor entre ellos,
- Pues se forman de finos elementos;
- Los que empujados fácilmente pasan
- Los intersticios de aire sacudidos
- Por el siguiente choque: cuando al punto
- Luz a la luz sucede, y se acelera
- La suma ligereza de los rayos,
- Con nueva agitación de los siguientes.
- Por la misma razón los simulacros
- Deben correr espacios increíbles
- En un momento; pues primeramente
- Un posterior impulso de continuo
- Sacude los corpúsculos sutiles;
- Siendo además tan fino su tejido,
- Fácilmente penetran cualquier cuerpo
- Y por los huecos de aire así se cuelan.
- Si vemos los corpúsculos nacidos
- De las mismas entrañas de los cuerpos
- Esparcirse de pronto, a la manera
- Que la luz y el calor del Sol lo hacen
- Por toda la extensión de la atmósfera
- En un instante y por el mar y tierras.
- Se derraman y al cielo se remontan
- Y le bañan de luz por todas partes
- Tirándole con suma ligereza,
- ¿Como no ves que ya los simulacros
- Que de la superficie se desprenden,
- Su emisión ningún cuerpo retardando,
- Deben abalanzarse más ligeros
- Y atravesar mucho mayor espacio
- En tiempo igual al que la luz emplea
- Del Sol en extenderse por el cielo?
- Quiero también poner una experiencia
- Que compruebe la suma ligereza
- Con que se mueven estos simulacros:
- Si pones al sereno una agua clara,
- En ella vienen a pintarse luego
- El estrellado cielo y las lumbreras
- Rutilantes del mundo: pues la imagen
- Ya ves cuán poco tiempo necesita
- Para llegar del cielo hasta la tierra.
- Por lo cual es preciso que confieses
- Las emisiones de los simulacros
- Que hieren muchos ojos y producen
- La visión: en efecto, los olores
- De ciertos cuerpos son emanaciones
- Continuas: de este modo emana el frío
- De los fluidos; calor del Sol emana,
- Y la sal que se come las riberas
- Del mar emana: y los sonidos varios
- Sin cesar por el aire van volando:
- Cierto sabor salado afecta el gusto
- Cuando nos paseamos en la playa;
- Y si miramos preparar ajenjos
- Sentimos amargor: tanta certeza
- Tenemos de que envían emisiones
- De sí todos los cuerpos de continuo,
- Que a todas partes giran sin pararse,
- Y sin interrumpir jamás su flujo,
- Pues tenemos continuas sensaciones,
- Ver, oler y aun oír podemos siempre.
- Si tocamos a obscuras algún cuerpo
- De una cierta figura, conocemos
- Ser el mismo que vimos por el día;
- Es preciso también que el tacto y vista
- Excite semejante mecanismo:
- Si un cuadrado tocamos, por ejemplo,
- Y nos excita sensación a obscuras,
- ¿Qué otro objeto afectando nuestra vista
- Podrá durante el día presentarse,
- Si no es que sea su cuadrada imagen?
- Luego por medio de la imagen vemos;
- Sin ellas no podemos ver los cuerpos.
- Giran los simulacros de que hablamos
- Y en toda dirección se arrojan siempre:
- Mas como sólo vemos con los ojos,
- A do los dirigimos nos los hieren
- Con su color y forma los objetos,
- Y la imagen nos hace que veamos
- La distancia que media hasta las cosas,
- Porque al salir impele y echa el aire
- Que medie entre la imagen y los ojos;
- Por el tacto del aire conmovidos,
- Y lame en cierto modo la pupila,
- Y en modo rapidísimo se aleja:
- Entonces la distancia conocemos.
- Cuanto más prolongada es la columna
- Que agitada delante toca al paso
- Nuestros ojos, parece más distante
- Cualquier objeto; y este mecanismo
- De rara y portentosa ligereza
- Nos hace ver objetos y distancias.
- No debe sorprenderte que nos hieran
- Los ojos simulacros invisibles,
- Y no obstante se vean los objetos:
- Porque generalmente no sentimos
- Las moléculas de aire que recrea,
- Ni del frío que punza fuertemente
- Cada uno de por sí, más bien sentimos
- Todas las impresiones reunidas:
- Las sentimos obrar sobre nosotros
- Como objetos que afectan nuestros cuerpos
- Con un choque exterior. Cuando ponemos
- Sobre una piedra el dedo, los extremos
- Tocamos del color y superficie:
- Sentimos solamente la dureza,
- Propiedad de la masa de la piedra.
- Oye por qué razón se ve la imagen
- Mas allá del espejo y bien distante:
- No de otro modo vemos los objetos
- Por fuera de las casas ciertamente
- Cuando por sí la puerta proporciona
- Veamos claramente lo que pasa
- Por la parte de afuera; dos columnas
- De aire, pues, entonces se interponen;
- La una entre ojo y puerta, a la que sigue
- La imagen de la puerta y de los cuerpos
- De adentro por derecha y por izquierda:
- La otra, a quien precede luz externa,
- Y que viene a pasar por nuestros ojos,
- Es seguida también de los objetos
- Que se ven ciertamente por afuera.
- Lo mismo hace el espejo: de su imagen
- La proyección llegando a nuestros ojos
- Hecha delante de ella el aire puesto
- Entre su superficie y nuestra vista;
- Y la impresión de esta columna de aire
- Hace sintamos de antemano aquella
- Imagen del espejo; mas al punto
- Que percibimos el espejo mismo
- Llega a dar en su luna nuestra imagen,
- La cual no es reflejada a nuestros ojos
- Sino después de haber hecho que pase
- Otra columna de aire sobre el ojo,
- Que es impelida por la imagen nuestra:
- Por eso ves la imagen tan distante
- Del espejo: no debes admirarte,
- De dos columnas de aire siendo efecto.
- Si la parte derecha de un objeto
- Vemos en los espejos a la izquierda,
- Consiste en que después de haber tocado
- La superficie plana del espejo,
- Sufre la imagen antes que se vuelva,
- Una mudanza que el envés refleja
- Bajo el aspecto mismo que tenía
- Su derecha. Y si entonces aplicando
- Una máscara térrea antes de seca
- A algún poste o columna, se pudiese
- Hacer que sin perder su antigua forma
- Sus partes saledizas se volvieran
- En sí mismas a entrar, y que en seguida
- Se ordenasen de nuevo para afuera,
- Por necesaria ley sucedería
- El estar colocado a mano izquierda
- El ojo de derecha, y al contrario.
- La imagen pasa de uno a otro espejo
- De manera que suele presentarnos
- Cinco o seis simulacros: los objetos
- Por detrás en el fondo colocados,
- Aunque están muy oblicuos y distantes,
- A fuerza de continuas reflexiones
- Salen del fondo, al parecer formados,
- Por los muchos espejos en un cuarto.
- Pasa la imagen de un espejo a otro;
- Si el primero la pone a mano izquierda,
- La refleja el segundo a la derecha,
- Vuelve el tercero su primera cara.
- Los espejos también de muchos lados
- Hacen ver los objetos con la cara
- Que les es presentada; bien ya sea
- Porque la imagen llega transmitida
- De un espejo en el otro a nuestra vista
- Después de padecer dos reflexiones;
- Bien porque sobre sí rueda la imagen
- Cuando viene a nosotros; pues la obliga
- La misma curvatura de los lados
- A dar la vuelta entera hacia nosotros.
- Parece entran y salen igualmente
- Con nosotros también los simulacros
- Imitando los gestos y actitudes,
- Pues la parte que dejas del espejo
- No puede hacer que vuelva ya la imagen,
- Porque Natura sabia y providente
- De reflexión el ángulo dispuso
- Que fuese siempre igual al de incidencia.
- Los ojos huyen de brillantes cuerpos
- Evitando mirarlos; también ciega
- El Sol si se le mira de hito en hito;
- Porque además que tiene propia fuerza,
- Sus simulacros, de los altos cielos
- Lanzados a través de un aire puro,
- Rápidamente hieren nuestros ojos,
- Sus organizaciones perturbando:
- Un vivo resplandor quema los ojos
- Frecuentemente, puesto que contiene
- De moléculas ígneas grande copia,
- Cuando al entrar causan dolor en ellos.
- Los ictéricos ven cualquier objeto
- Amarilleado, porque de sus cuerpos
- Emanan abundantes las semillas
- De amarillez, que se unen en el aire
- De los objetos con los simulacros,
- Y tienen los humores de sus ojos
- Gran copia de partículas mezcladas
- Que pintan amarillos los objetos.
- Se ven desde lo obscuro los objetos
- Que están en medio de la luz, sin duda
- El aire tenebroso más cercano
- Metiéndose en el órgano el primero,
- Y cogiéndole abierto, es al instante
- Seguido de aire claro, que despeja
- Los ojos y disipa las tinieblas
- Por más móvil, sutil y poderoso.
- En el momento que de luz llenara
- Las vías de los ojos este aire,
- Y abrió las que obstruían las tinieblas,
- Al punto se introducen simulacros
- De cuerpos puestos a la luz, y vemos.
- Viniendo de la luz es imposible
- Ver en la obscuridad, por el contrario,
- Porque llegando el aire tenebroso
- Y más denso el segundo, llena a un tiempo
- Y cierra los conductos de los ojos,
- Sin que puedan pasar los simulacros
- De los cuerpos que llegan a la vista.
- Si a lo lejos parece son redondas
- De las ciudades las cuadradas torres,
- Consiste en que todo ángulo parece
- Obtuso desde lejos; o diremos
- Mejor que no se ve; su acción se acaba:
- Tampoco llega el golpe a nuestros ojos,
- Pues son debilitados en gran trecho
- Los simulacros por continuos choques
- Del aire; y cuando el ángulo gastado
- Llegó a hacerse insensible, se ve sólo
- Como un montón cilíndrico de piedras:
- No así cuerpos redondos a la vista
- Nos aparecen, mas con una forma
- Confusa en cierto modo e imperfecta.
- También parece que en el Sol se mueve
- Nuestra sombra siguiendo nuestros pasos,
- E imitando los gestos; si creyeres
- Poder andar y remedar los gestos
- Un aire que de toda luz carece,
- Un aire que solemos llamar sombra:
- Siendo la tierra sucesivamente
- Privada de la luz del sol o herida
- Según que nuestros cuerpos van andando
- Cierran el paso, o le abren a sus rayos,
- Se nos figura que la misma sombra
- Viene en pos de nosotros: consistiendo
- La luz en unos rayos sucesivos
- Que mueren y renacen de continuo,
- Como si se devana lana al fuego,
- Fácil es concebir cómo la tierra
- Se despoja de luz y se rellena.
- Sin embargo, tampoco concedemos
- Que los ojos padecen aquí engaños,
- El ver la luz y sombra do las haya
- Es propio de los ojos: ¿por ventura
- Es o no ciertamente la luz misma?
- ¿Y la misma la sombra que se pasa?
- ¿O sucede más bien como hemos dicho?
- La razón debe sólo decidirlo.
- En fin, no pueden conocer los ojos
- A la naturaleza de los cuerpos;
- Por lo mismo, no quieras imputarle
- Los errores del ánimo nacidos.
- La nave donde vamos embarcados
- Navega pareciendo estarse quieta,
- Y aquella que está inmóvil en la rada
- Creemos la arrebata la corriente:
- Y parece que campos y colinas
- Huyen hacia la popa, hinchando el viento
- A lo largo de aquéllos nuestras velas:
- Y parece que todas las estrellas
- En las etéreas bóvedas clavadas
- Inmóviles están; tienen, no obstante,
- Continuo movimiento, pues que nacen
- Para reveer una lejana puesta,
- Después que con su claro cuerpo el cielo
- Midieron: Sol y Luna estacionarios
- De la misma manera nos parecen,
- Aunque sus movimientos nos declara
- La razón por sí misma; y las montañas
- Que dominan los mares, entre quienes
- Pasarían escuadras libremente,
- Un mismo todo ofrecen desde lejos,
- Y aunque estén muy distantes unas de otras,
- Ofrecen, sin embargo, a nuestros ojos
- Una grande isla congregadas todas.
- Y están tan persuadidos los muchachos
- Que la pieza se mueve a la redonda,
- Y en rededor moverse las columnas,
- Que tomen acabando de dar vueltas
- Que los sepulte el techo de sus ruinas.
- Cuando principia ya naturaleza
- A remontar los fuegos tembladores
- Del encarnado Sol, y al levantarla
- Sobre la cima de los montes, tiene
- Al parecer en ella el Sol reposo,
- Tocándola de cerca con su fuego;
- Apenas distan ellos de nosotros
- Dos mil o cuando más quinientos tiros
- De saeta o de dardo: inmensos mares
- Entre el Sol y los montes se comprenden
- Debajo de las bóvedas celestes;
- Y se hallan a otro lado de estos mares
- Infinitas regiones habitadas
- De hombres y de animales diferentes.
- Empero un charco de agua que no tenga
- Más que una pulgada de profundo,
- Estancada en las piedras de la calle
- Debajo de los pies, hace veamos
- El espacio tan vasto, que separa
- El cielo de la tierra por encima
- De nosotros: creyéramos que el globo,
- De parte a parte atravesado, ofrece
- Otros nuevos nublados a la vista,
- Y a los ojos presenta un nuevo cielo,
- Y otros cuerpos hundidos en las tierras
- Vemos en este espacio prodigioso.
- Si se nos para en medio de algún río
- El arrogante bruto, y si bajamos
- La vista hacia la rápida corriente,
- Parece que una fuerza arrastra el cuerpo
- Del inmóvil caballo río arriba,
- Y por cualquiera parte que miremos
- Nos parece que son así arrastrados
- En general los cuerpos velozmente,
- Y suben la corriente de este modo.
- Un pórtico formado de columnas
- Paralelas o iguales en altura
- Mirado en su largor desde un extremo,
- Se angosta poco a poco como en cono,
- El techo se deprime hacia la tierra,
- Y el lado izquierdo juntase al derecho,
- Hasta que no descubren más los ojos
- Que el ángulo confuso de su cono.
- Del seno de los mares ven que sale
- El Sol los marineros; y se pone
- Y sepulta su luz también en ellos;
- Sus ojos no ven mas que cielo y agua;
- No debes tú tachar de mentirosos
- Ligeramente en todo a sus sentidos.
- Los ignorantes de la mar se creen
- Ver deformes y rotos los navíos
- En el ponto sus olas resistiendo:
- La parte del timón y de los remos
- Que sobresale por el agua es recta,
- Y la parte que está dentro del agua
- Parece que se dobla, y se levanta
- En línea horizontal, que en cierto modo
- Flota por refracción sobre las aguas.
- Cuando llevan los vientos por el aire
- En medio de la noche claras nubes,
- Parece que los fuegos celestiales
- Se van contra las nubes resbalando
- Y que con una dirección contraria
- Al curso natural ruedan sobre ellas.
- Si apretamos un ojo con la mano
- Por la parte inferior, parecen dobles
- Los objetos que vemos: la luz doble,
- Doble el rico menaje, y que los hombres
- Tienen doblada cara y doble cuerpo.
- Cuando el sueño por fin los miembros ata
- Con un dulce sopor, y cuando el cuerpo
- En profundo reposo está tendido,
- Entonces nos parece estar despiertos,
- Y hacer también de nuestros miembros uso;
- Creemos ver el Sol y luz del día
- En medio de la noche tenebrosa:
- Y en una pieza estrecha y bien cerrada
- Mudar de climas, mares, montes, ríos,
- Y atravesar a pie llanuras grandes;
- Y en el profundo y general silencio,
- De la noche parece oír sonidos,
- Y silenciosos responder acordes.
- Vemos, en algún modo sorprendidos,
- Semejantes fenómenos, que tienden
- Todos a destruir la confianza
- Debida a los sentidos, pero en vano:
- El engaño proviene en nuestra parte
- De los juicios del alma que nosotros
- Pintamos con aquellas relaciones
- De los sentidos, suponiendo visto
- Aquello que los órganos no vieron;
- Porque la distinción de relaciones
- Evidentes de inciertas conjeturas
- Que el ánimo de suyo nos asocia
- Es la cosa más rara y excelente.
- Si alguno dice no saberse nada,
- Si se puede saber él mismo ignora,
- Supuesto que confiesa nada sabe:
- ¿Quién podrá disputar con quien impugna
- Las nociones más claras y evidentes?
- No obstante, aun cuando y le concediera
- Por cosa cierta no saberse nada,
- De qué modo aprendió le preguntara
- Saber y no saber qué cosa sea,
- Sin que jamás lo cierto haya encontrado;
- Y cómo se formó el conocimiento
- De falso y verdadero, y de qué modo
- Distingue la certeza de la duda.
- Encontrarás que nace la noticia
- De la verdad de los sentidos mismos,
- Que al error nunca pueden inducirnos,
- Que merecen muy grande confianza,
- Porque, según la fuerza y energía,
- Si oponen la verdad, pueden lo falso
- Destruir. ¿Pues en dónde encontraremos
- Conductor más seguro que el sentido?
- Dirás, que en estos órganos falaces
- Fundada la razón. ¿Podrá contra ellos
- Deponer la razón, que su existencia
- Enteramente a los sentidos debe?
- ¿Que no es más que un error si engañan ellos?
- ¿Argüirán los oídos a los ojos?
- ¿El tacto a los oídos? ¿A este tacto
- Con argumentos refutar podrían
- Por ventura el olfato, el gusto, u ojos?
- Pues no sucede así, según yo creo:
- Tiene cada sentido sus funciones,
- Tiene sus facultades separadas,
- Y es preciso inspeccione así un sentido
- Lo blando o duro, lo caliente o frío:
- Distingue otro el olor de los colores:
- Los sabores, olores y sonidos
- Su propio tribunal tienen aparte:
- No pueden mutuamente los sentidos
- Rectificarse; ni ellos a sí mismos
- Reprenderse podrán, puesto que siempre
- Merecerán la misma confianza:
- Inferimos de aquí que en cualquier tiempo
- Serán sus relaciones verdaderas.
- Si no pudiera, la razón decirnos
- Cómo se ven redondos desde lejos
- Los objetos que cerca son cuadrados,
- Nos es más ventajoso, sin embargo,
- Dar en defecto de solución cierta
- Falsa razón de esta apariencia doble,
- Que soltar la evidencia de las manos,
- Y destruir la confianza toda,
- Y arrancar de raíz la base entera
- En que conservación y vida estriban:
- Pues la razón no sólo se arruina,
- Sino también la misma vida al punto,
- Si no osares creer a los sentidos
- Y huir de aquellos sitios peligrosos
- Y los demás objetos que nos dañen,
- Y buscar los que traen utilidades.
- Vana declamación es el discurso
- Que contra los sentidos se dirige.
- Pues en la construcción de un edificio
- Se sirve el arquitecto de una regla
- Mal formada, y si no guarda la escuadra
- La perpendicular, si se ladea
- El nivel de su asiento hacia una parte,
- Es preciso que salga el edificio
- Muy lleno de defectos, ladeado,
- Hundido, sin nivel, sin proporciones:
- Parecerá amenaza desplomarse
- Ya alguna parte dél; seguramente
- Todo se vendrá abajo, porque ha sido
- Mal dirigido desde sus principios:
- Así en la relación de los sentidos
- Si no hay seguridad y confianza,
- Los juicios que formares es preciso
- Te salgan todos falsos e ilusorios.
- Es cosa fácil explicar el cómo
- Son afectados los demás sentidos
- Por el objeto propio a cada uno:
- El sonido y la voz se oyen primero
- Cuando sus elementos insinuados
- En el oído, el órgano tocaron,
- Porque de corporal naturaleza
- Debemos confesar que se componen
- El sonido y la voz, puesto que impelen
- Los sentidos. La voz frecuentemente
- Lastima la garganta, y los clamores
- La tráquea irritan: porque los principios
- De la voz, en gran número saliendo
- Rápidamente fuera, llenan luego
- El estrecho conducto, desgarrando
- El orificio y lastimando el paso
- Por do la voz escapa por los aires.
- Así que las palabras y las voces
- Constan de corporales elementos,
- Supuesto que nos pueden hacer daño.
- Bien sabes tú cuánto destruye el cuerpo,
- Cuánto se debilitan fuerza y nervios
- De los que conversaron largamente
- Desde que asoma la brillante aurora
- Hasta la sombra de la obscura noche,
- Si ha sido la disputa acalorada.
- Es corpórea la voz, puesto que pierde
- El parlero gran parte de substancia.
- La aspereza de voz y la dulzura
- Nacen de la figura de los átomos;
- Pues no hieren lo mismo los oídos
- Cuando los graves y profundos toques
- Oímos del clarín, y en ronco estruendo
- Retumban las bocinas retorcidas,
- Y los cisnes nacidos en los valles
- Frescos del Helicón con voz de llanto
- Entonan sus lamentos, armoniosos.
- Al punto que nosotros despedimos
- De lo íntimo del pecho los sonidos
- A lo interior del paladar la lengua,
- De las palabras móvil formadora,
- Las articula, y modifica en parte
- La inflexión de los labios; y si es corto
- El espacio que corre aquel sonido
- Para llegar al órgano, se oyen
- También perfectamente las palabras,
- Las articulaciones se distinguen
- Porque sus inflexiones y carácter
- La voz conserva; pero si el espacio
- Que se interpone es demasiado largo,
- Confunde las palabras el mucho aire,
- Y se pierde la voz atravesando:
- Luego pueden oírse los sonidos
- Sin distinguir qué dicen las palabras:
- Tan confusa y revuelta la voz llega.
- De todo el pueblo hiere los oídos
- Con un solo pregón el pregonero:
- Una voz sola se divide al punto
- En otras infinitas repartidas
- Por todos los oídos, distinguiendo
- Las articulaciones y sonidos.
- Las voces que no llegan al oído
- Mueren desvanecidas por los aires,
- Continuando su marcha; o estrelladas
- En algún cuerpo sólido, el sonido
- Repiten rechazadas; muchas veces
- Engañan reflejando la palabra,
- Así como la imagen el espejo.
- Bien enterado tú de lo que digo,
- Puedes a los demás y a ti explicarte
- Cómo en las soledades los peñascos
- Repiten las palabras por su orden
- Y en articulación cuando buscamos
- Entre montes opacos los perdidos
- Compañeros, llamándolos a voces.
- Sitios he visto yo que repetían
- Seis o siete palabras, diciendo una:
- Las palabras así de cerro en cerro
- Reflejadas muy bien se distinguían.
- Los pueblos comarcanos se figuran
- Que las ninfas habitan estos sitios,
- Y caprípedos sátiros, diciendo
- Los faunos ser, que en estas soledades
- Interrumpen la calma silenciosa
- Con su nocturno estrépito y retozo
- Y que hieren las cuerdas con destreza,
- Que acompaña la flauta bien tocada:
- Y aseguran sentir los campesinos
- Cuando Pan, agitando en su cabeza
- Anfibia la corona de los pinos,
- Recorre con sus labios retorcidos
- Los caramillos, porque nunca deja
- De sonar canción rústica la flauta.
- Otros muchos prodigios de esta clase
- Refieren, y los venden por milagros,
- Bien porque no se mire aquella tierra
- Que habitan ellos como abandonada
- De los dioses, o bien sean movidos
- De otra cualquier razón, como que toda
- La raza humana fábulas ansía.
- Luego ya no debemos admirarnos
- Que lleguen y nos hieran el oído
- Las voces por los sitios do no pueden
- Los ojos percibir a los objetos:
- Con las puertas cerradas nos hablamos:
- Todos lo vemos, pues sin duda alguna
- Libremente la voz puede meterse
- Por conductos sinuosos de los cuerpos:
- Se niegan a esta acción los simulacros:
- Así, pues, se dividen si los poros
- No están en línea recta como aquéllos
- Del vidrio que la imagen atraviesa.
- Se divide la Voz por todos lados,
- Pues nacen espontáneas unas de otras;
- Una sola produce muchas voces,
- Como la chispa se divide en muchas.
- La voz penetra al sitio más oculto:
- Se oye tan bien detrás del que está hablando
- Como en todas las piezas inmediatas.
- Los simulacros llegan a los ojos
- En línea recta desde los objetos.
- Nadie puede mirar sobre sí mismo;
- Se oyen fuera las voces, al contrario;
- Sin embargo, también esta voz misma
- Se embota penetrando las paredes,
- Y nos llega confusa a los oídos:
- Más bien oímos ruido que palabras.
- Algo más complicado y trabajoso
- Es declarar cómo los jugos obran
- Sobre la lengua y paladar; sentimos
- Primero los sabores en la boca
- Cuando exprimimos al mascar el jugo
- Del alimento, al modo del que aprieta
- Y hace salir el agua de una esponja.
- Exprimimos así todos los jugos,
- Del paladar se cuelan por los poros
- Y vías complicadas de la lengua.
- Hieren suavemente si se forman
- De fluidos y lisos elementos,
- Y por la húmeda estancia de la lengua
- Van excitando general deleite.
- El paladar nos punzan y laceran
- Si sus átomos son más angulosos.
- Al fin, el paladar es do sentimos
- El placer del sabor. Los alimentos,
- Cuando por el esófago cayeron,
- Cuando se distribuyen por los miembros,
- Ningún placer se siente: nada importa
- Con qué vianda se alimenta el cuerpo,
- Con tal que esté cocida la que comas
- Para poder colarse por los miembros,
- El estómago habiendo humedecido.
- Explicaré al presente por qué causa
- No convienen los mismos alimentos
- A cualquiera animal generalmente,
- Y por qué el alimento que es amargo
- Para unos animales, puede a otros
- Parecer gustosísimo: es tan grande
- La diferencia y variedad en esto,
- Que lo que es alimento para unos
- Fue para otros un veneno activo.
- También vemos morir a la serpiente
- Humedecida con saliva humana,
- Y se devora con sus mismos dientes:
- El eléboro da la muerte al hombre,
- Y las cabras engorda y codornices.
- Para poder saber en qué consiste
- Ni apartes de tu mente lo que he dicho,
- Ser muy diversas las combinaciones
- De átomos formadores de los seres.
- Siendo desemejantes ciertamente
- En lo exterior los animales todos,
- Con formas y contornos variados
- Deben diferenciarse en la figura
- Con mucha más razón, de sus principios;
- Debe haber en sus poros diferencia,
- En vías e intersticios de los miembros,
- De boca y paladar generalmente:
- Más ancho debe ser o más estrecho,
- Muchos triangulares, o cuadrados,
- Redondos o polígonos muy varios;
- Pues deben las figuras de los poros
- Variar en razón de la figura
- Y el vario movimiento de los átomos,
- Y deben variar las de las vías
- En razón del tejido que las cerca.
- Así, cuando los mismos alimentos
- Gustan a un animal, y al otro amargan,
- Es porque fácilmente se insinúa
- Jugo en el paladar de los primeros
- Bajo una forma lisa y redondeada,
- Y al contrario, lastima la garganta
- De los otros, por ser muy escabroso.
- Estos conocimientos facilitan
- La solución de otro cualquier problema:
- Así cuando la bilis dominante
- Enciende calentura, o acarrea
- Otra cualquiera causa la dolencia,
- Ya se trastorna entonces la armonía
- Del cuerpo en general, se desordenan
- Todas las posituras de elementos:
- Los corpúsculos que antes se juntaban
- Con los órganos, rompen su armonía,
- Y pasan los que excitan los dolores.
- El gusto de la miel, en fin, resulta
- De entrambos elementos, como he dicho.
- Trataremos ahora de qué modo
- Hiere un cuerpo oloroso nuestro olfato.
- Precisamente existen muchos cuerpos
- Que despiden olores infinitos;
- Que éstos fluyen y corren, y se esparcen
- De continuo debemos presumirnos:
- Que es mayor o menor su analogía
- Con unos animales que con otros
- Según la diferencia de figuras:
- El olor de la miel desde muy lejos
- Convida a las abejas, y a los buitres
- Convidan los cadáveres podridos,
- Y los galgos se van en pos del rastro:
- El guarda del romano Capitolio,
- El blanco ganso, humano olor ventea:
- Así el olor que es propio a cada especie
- Dirige el animal a pastos buenos,
- Y le hace huir mortífero veneno,
- Conservándose así los animales.
- Porque la actividad de los olores
- Que llegan a tocarnos el olfato
- Puede circunscribirse más o menos;
- Sin embargo, no llegan a extenderse
- Tanto como la voz y los sonidos,
- Y mucho menos que los simulacros
- Por quienes todos los objetos vemos;
- Extraviados llegan lentamente,
- Perecen poco a poco descompuestos
- En medio de los aires fácilmente,
- Porque apenas exhalan las substancias
- De lo más interior emanaciones:
- Como declara el ver que todo el cuerpo
- Exhala y fluye olores más subidos
- Cuando es molido y arrojado al fuego.
- Claramente se ven que son más gruesos
- Los principios que forman los olores
- Que aquéllos que componen el sonido,
- Porque el olor no pasa las paredes,
- Por do voz y sonidos se entran luego:
- Por lo que no es tan fácil el que atines
- Dónde se halla el olor, porque en los aires
- Su acción apagan las continuas pausas;
- No corren a decirnos de do vienen:
- El perro así se pierde y busca al rastro.
- Estos efectos no son peculiares
- En realidad de olores y sabores
- Las imágenes mismas de los seres
- Y colores no están proporcionadas
- A los órganos todos de manera
- Que no haya cuerpos cuya vista cause
- Un más vivo dolor que la de otros.
- Sacudiendo a la noche con las alas
- De esta manera el gallo, que acostumbra
- Aplaudir a la aurora con voz clara,
- No le resisten rápidos leones
- Ni le pueden mirar; luego al momento
- Huyen de él, porque emanan de sus miembros
- Átomos que, metidos en los ojos
- De los leones, su pupila hieren,
- Y tal dolor excitan, que no pueden
- Resistir el coraje y valentía;
- Cuando dañar no pueden nuestros ojos
- O porque no penetran los principios.
- O porque, introducidos, les dan paso
- Francamente los ojos de manera
- Que no pueden herirlos al volverse.
- Ora con brevedad decirte quiero
- Qué cuerpos dan al alma movimiento
- Y de dónde la vienen sus ideas.
- Digo que vagan muchos simulacros
- En toda dirección con muchas formas,
- Tan sutiles, que se unen fácilmente
- Si llegan a encontrarse, por los aires,
- Como el hilo de araña y panes de oro;
- Porque aun exceden en delicadeza
- A las efigies por las cuales vemos
- Los objetos, supuesto que se meten
- Por todos los conductos de los cuerpos,
- Y dan interiormente movimiento
- Del alma a la substancia delicada,
- Y la ponen en juego sus funciones.
- Los centauros, Scilas y Cerberos
- Y fantasmas de muertos así vemos,
- Cuyos huesos abraza en sí la tierra:
- Pues la atmósfera hierve en simulacros;
- De suyo unos se forman en el aire,
- Otros emanan de los varios cuerpos,
- De dos especies juntas constan otros.
- La imagen de un centauro no se forma
- Seguramente de un centauro vivo:
- No ha criado jamás naturaleza
- Semejante animal; es un compuesto
- De simulacros de caballo y hombre
- Que el acaso juntó; y cual dicho habemos,
- Su tejido sutil y delicado
- La reunión al momento facilita:
- Como esta imagen se combinan otras,
- Que por su extraordinaria ligereza
- El alma afectan al primer impulso,
- Porque el ánimo mismo es delicado,
- Y de movilidad extraordinaria.
- Es una prueba cierta de lo dicho
- Parecerse en un todo los objetos
- Que el alma mira a los que ven los ojos,
- Porque nacen del mismo mecanismo:
- Si enseñé que veía yo leones
- Con el auxilio de los simulacros
- Que llegando nos hieren en los ojos,
- Se infiere que igualmente el alma mueven
- Los demás simulacros de leones,
- Que ve tan bien como los mismos ojos.
- No de otro modo el alma está despierta
- Cuando se extendió el sueño por los miembros
- Porque llegan al alma tan deveras
- Los simulacros que de día hieren,
- Que nos parece ver aquel desierto,
- A quien la muerte y tierra ya dominan.
- A esta ilusión naturaleza obliga,
- Porque reposan todos los sentidos
- En un profundo sueño las verdades
- No pueden oponer a los errores,
- Porque está adormecida la memoria,
- Y con el sueño lánguida no pugna;
- Que aquél que el alma cree ver con vida,
- Despojo es de la muerte y del olvido.
- Por lo demás, no es una maravilla
- El movimiento de los simulacros,
- Y agitación de brazos y de miembros
- Según las reglas, pues durante el sueño
- Deben tener lugar las apariencias;
- Como que si el primero se disipa
- Y viene a sucederle otro distinto,
- Parece que es el mismo simulacro
- Que ha mudado de gesto en un instante.
- Muchas cuestiones hay sobre este asunto,
- Y muchas dudas que poner en claro,
- Si deseamos profundar las cosas.
- La primera cuestión que se propone
- Es por qué el alma en el instante tiene
- La idea del objeto que la gusta:
- ¿Miran la voluntad los simulacros?
- ¿Viene la imagen luego que queremos?
- Si mar, si tierra, si, por fin, e1 cielo,
- Los congresos, la pompa, los banquetes,
- Si los combates, si otro objeto agrada,
- ¿Nos crea y guarda la naturaleza
- Las efigies de todo a cualquier seña,
- Mientras que en la región y sitio mismo
- Profundamente están las almas de otros
- De ideas muy distintas ocupadas?
- ¿Qué diré cuando vemos en el sueño
- Ir bailando a compás los simulacros,
- Cuando mueven sus miembros delicados,
- Y cuando tienden sus flexibles brazos
- Alternativamente con destreza,
- Y lo vuelven a hacer con pie ligero?
- ¿Estudiaron acaso reglas y arte
- Para poder de noche divertirse?
- Tengo yo por más cierto y verdadero
- Que percibimos estos movimientos
- En un instante solo, como cuando
- Se da una sola voz, y sin embargo,
- Pasan muchos instantes, que distingue
- La razón solamente: ésta es la causa
- De presentarse muchos simulacros
- En cualquier tiempo, y en cualquiera parte:
- ¡Tanta es su muchedumbre y ligereza!
- Y siendo tan delgado su tejido,
- No puede el alma verlos claramente
- Sin recogerse dentro de sí misma:
- Si ella no se dispone a recibirlos
- Con grande aplicación, todos perecen,
- Y lo logra por medio de esperanza
- De ver aquello que realmente mira.
- ¿No adviertes tú también cómo los ojos
- No pueden distinguir aquel objeto
- Poco sensible, porque se tendieron
- Sin recogerse y prepararse mucho?
- Aun los cuerpos expuestos a la vista
- Son para el alma, si ella no se aplica,
- Como si cien mil leguas estuvieran:
- ¿A qué viene admirarse de que el alma
- Deje escapar los simulacros todos
- Menos los que la tienen ocupada?
- Tal vez abulta el alma simulacros,
- Y nos lleva al error y nos engaña:
- También transforma el sexo de la imagen,
- Y en vez de una mujer, sólo tocamos
- Un hombre transmutado en un instante,
- U otro cualquier sujeto que en pos viene,
- De semblante y edad muy diferentes:
- Esto proviene del olvido y sueño.
- Debes siempre evitar lo más que puedas
- Entre otros un error: pensar no debes
- Que fue criada para ver tan sólo
- La órbita brillante de los ojos:
- Y las móviles piernas y los muslos
- Sobre la base de los pies alzados,
- Porque alargar pudiéramos los pasos,
- Y con robustos músculos los brazos
- Y que una y otra mano fueron dadas
- Para poder buscarnos lo preciso.
- El orden respectivo de las causas
- Y de efectos ha sido trastornado
- Con interpretaciones semejantes:
- Pues no han sido formados nuestros miembros
- Para servicio nuestro: los usamos,
- Porque hechos nos los hemos encontrado:
- La vista no nació antes que los ojos;
- La lengua fue criada antes que el habla;
- La lengua fue mucho antes que el lenguaje;
- Los oídos también fueron criados
- Mucho antes que se oyeran los sonidos;
- Y en fin, todos los miembros existieron
- Antes de que, se usaran, según pienso:
- No es la necesidad la que los hizo.
- Los hombres se batían a puñadas,
- Y se hacían heridas con las uñas,
- Y sangre por sus miembros chorreaba,
- Mucho antes que las flechas brilladoras
- Volasen por el aire: y las heridas
- A evitar enseñó naturaleza
- Antes que le colgara al brazo izquierdo
- El arte algún broquel para escudarle:
- Y dar reposo al cuerpo fatigado
- Más antiguo es que camas y plumones
- Y el apagar la sed antes que el vaso:
- Estos descubrimientos, que son fruto
- De la necesidad y la experiencia,
- Podemos persuadirnos que se han hecho
- Por utilidad nuestra: no sucede
- Con los demás objetos esto mismo,
- Cuyo uso es posterior al nacimiento,
- Como son nuestros órganos y miembros
- Ni por asomo debes presumirte
- Para utilidad nuestra ser criados.
- Tampoco es maravilla que se busque
- Sustento el animal, naturalmente:
- Porque enseñé, fluían de los cuerpos
- De mil modos corpúsculos sin número:
- Que debe ser su emanación copiosa
- Por su mucho ejercicio y movimiento
- En unos animales: se evaporan
- Por la transpiración otras porciones
- De lo interior del cuerpo: otras exhalan
- Por la respiración los animales
- Que lánguidos jadean: estos males
- Envarecen el cuerpo, y se destruye
- Con dolores la máquina en seguida.
- Por lo mismo se toma el alimento,
- El cual, metido por los intersticios
- Asegura los miembros, y da fuerzas,
- Y llena los conductos ensanchados
- Con el deseo que a comer incita.
- De igual modo se extienden las bebidas
- Por la parte que quiere humedecerse,
- Y el volcán de calor que devoraba
- El estómago, al punto se disipa,
- Y se extingue el ardor que hay en los miembros
- De este modo se apaga sed ardiente,
- De este modo se sacia y harta el hambre.
- Ahora voy a explicarte cómo andamos
- Cuando queremos, cómo meneamos
- Los miembros de maneras diferentes,
- Y cuál es el agente acostumbrado
- Que empuja hacia adelante nuestro cuerpo,
- De peso tan crecido: pon cuidado.
- Vienen los simulacros, como he dicho,
- A tocar el espíritu, y le invitan
- Al movimiento: luego de aquí nace
- La voluntad: porque ninguno emprende
- Cosa alguna sin que haya examinado
- El alma aquel objeto que la gusta;
- Operación que exige la presencia
- De simulacros: pues determinado
- De este modo el espíritu declara
- Su voluntad con cierto movimiento,
- Que comunica al alma en un instante,
- Repartida por todos nuestros miembros,
- Y es muy fácil de hacerse, porque unidas
- Están íntimamente ambas substancias.
- El rechazo del alma siente el cuerpo,
- Y así toda la mole se menea
- Y avanza lentamente: además de esto,
- El cuerpo se enrarece al tiempo mismo,
- Y el aire siempre móvil, como debe,
- Se hace dueño de todos los conductos,
- Copioso se derrama por los poros,
- Y por las partecillas más sutiles
- Del cuerpo se reparte de este modo.
- Así, el alma y el aire son las velas
- Que mueven nuestro cuerpo como nave.
- Sin embargo, no debes admirarte
- Que puedan los corpúsculos tan finos
- Empujar y volver a su albedrío
- Una mole tan grave como el cuerpo:
- El viento así sutil y muy delgado
- Es poderoso para hacer que anden
- Las más disformes naves por las ondas:
- Por rápida que sea su derrota,
- Una mano tan sola las dirige,
- Y las vira doquier un timón solo.
- Por medio de poleas y de ruedas
- Las máquinas manejan y levantan
- Los pesos más enormes sin esfuerzo.
- Para explicarte ahora cómo el sueño
- Derrama por los miembros el descanso
- Y ahuyenta los cuidados de los pechos,
- Recurriré al encanto de los versos,
- Y no a su multitud. Así del cisne
- Los débiles acentos más regalan
- Las orejas que aquel cridar de grullas
- Que se llevan los aires. Pronta oreja
- Y un ánimo sagaz préstame ahora
- Para que no me niegues ser posible
- Lo que voy a decirte: no repruebes
- Con obstinado pecho la evidencia:
- De tu ceguera cúlpate a ti mismo.
- El sueño viene cuando el alimento
- Llega a descomponerse por los miembros;
- Y alguna de sus partes sale fuera
- Y otra se junta más y se condensa
- En lo interior del cuerpo; se desatan
- Y se aflojan entonces ya los miembros;
- Pues debemos al alma el sentimiento
- De que no puede el sueño despojarnos,
- Sin que entonces nos fuera perturbada
- Y echada fuera el alma, aunque no toda,
- Pues yacería el cuerpo rodeado
- Con el eterno frío de la muerte:
- La más leve partícula de alma
- No quedara escondida por los miembros,
- Como el fuego tapado con ceniza,
- Que encendiera de nuevo el sentimiento
- De pronto por los miembros como fuego.
- Diré la causa de este nuevo estado,
- Y cómo puede el alma perturbarse,
- Y el cuerpo desfallece lentamente:
- Haz que no azote el viento con palabras.
- Como la superficie de los cuerpos
- El contacto del aire experimenta,
- Es preciso que sea sacudida
- Sin cesar por sus golpes repetidos.
- Razón por qué los seres casi todos
- Están cubiertos de pellejo, o cerda,
- O de conchas, o callos, o cortezas:
- Y el aire respirado de continuo,
- Por medio de su flujo y su reflujo
- Los azota también interiormente.
- Así es chocado el cuerpo por los lados,
- Y este choque por medio de los poros
- Llegando a los primeros elementos
- La destrucción prepara poco a poco.
- Los principios del ánimo y del cuerpo
- Se trastornan de modo que una parte
- Del alma es arrojada, y otra queda
- En lo interior del cuerpo recogida:
- Repartida en los miembros la tercera,
- No puede reunirse, ni su parte
- Alarga al movimiento de la vida,
- Porque ha cortado la naturaleza
- Las vías y conductos: huye al punto
- El sentimiento en medio del desorden.
- Y como el cuerpo ya no tiene apoyo,
- Todo él se debilita y descaece,
- Los brazos caen, los párpados se cierran,
- Y quedan los jarretes aplomados.
- Después de la comida viene el sueño,
- Porque el efecto que produce el aire,
- Ese mismo produce el alimento
- Cuando se va escondiendo por las venas;
- Y aquel sopor es mucho más profundo
- Que se sigue a la hartura, o la fatiga,
- Pues trastorna ésta más los elementos,
- Deja el alma encerrada por adentro
- Y la echa más copiosa y dividida,
- Y la desune más entre sí misma.
- Y aquello en que más uno se ha ocupado,
- Y en las cosas que más se ha detenido
- Y en que más atención hubiese puesto,
- Eso mismo en el sueño nos parece
- Hacer por lo común; los abogados
- Defienden causas, e interpretan leyes;
- Combates dan y asaltos los caudillos;
- Con los vientos se baten los pilotos;
- Yo mismo no interrumpo mi trabajo,
- Y siempre busco la naturaleza,
- Y encontrada, a mi patria la declaro.
- De este modo las otras facultades
- Y los estudios de ordinario ocupan
- En sueños a los hombres con engaños.
- Y aquéllos que a los juegos de continuo
- Asisten muchos días de seguida,
- Los vemos casi siempre, aun cuando deje
- La diversión de herir a sus sentidos,
- Conservar en sus almas paso franco
- Por do puedan los mismos simulacros
- Introducirse; y los objetos mismos
- Por muchos días se les representan:
- Aunque despiertos ven los danzarines
- Meneando sus miembros diestramente
- Y oyen la consonancia de la lira,
- Y el lenguaje suave de las cuerdas;
- Ven el mismo concurso, y ven la escena
- Que brilla con adornos variados.
- La inclinación, el gusto y la costumbre
- Tanto influyen en hombres y animales.
- Como que los caballos animosos,
- Sepultados sus miembros en el sueño,
- Los verás en sudor todos bañados
- Y resoplar y hacer esfuerzos grandes,
- Soñando así como si disputaran
- Sobre la palma, abiertas las barreras.
- También los perros de los cazadores
- Durante el blando sueño de repente
- Sus pies agitan, ladran y a menudo
- Oliscar se les ve cual si tuvieran
- El rastro de la caza descubierto;
- Y volviendo del sueño continúan
- Persiguiendo los vanos simulacros
- De los ciervos que huyendo se figuran,
- Hasta que en sí volviendo, el error dejan.
- Mas el perro leal y cariñoso
- Que vive con nosotros en la casa,
- Sacude en un instante el leve sueño
- Que sus ojos velaba, y se levanta
- Listo como si viera cara nueva
- Y rostro sospechoso: porque inquietan
- Los simulacros tanto más en sueños
- Cuanto sus elementos son más rudos.
- Las varias aves huyen, al contrario,
- Y agitando sus alas, al momento
- Se acogen a los bosques de los dioses,
- Por la noche, si en blando sueño vieron
- El gavilán sobre ellas arrojarse
- Y con rápido vuelo perseguirlas.
- A la verdad que grandes movimientos
- Agitan a las almas de los hombres:
- Proyectos vastos forman y ejecutan;
- Soñando hacen los reyes prisioneros;
- Esclavos son en sueños de los mismos;
- Un combate se sigue a otro combate;
- Claman como si allí los degollaran;
- Muchos bregan y gimen doloridos
- Y como si pantera o león fiero
- Los hicieran pedazos a bocados,
- Así llenan el aire de chillidos:
- Muchos tratan negocios importantes,
- Y su acción declararon muchas veces;
- Otros. en sueños ven venir la muerte;
- Creyendo dar con todo el cuerpo en tierra
- Desde elevados montes arrojados,
- Con gran congoja se despiertan muchos,
- Y a duras penas vuelven en sí mismos
- Con tanta agitación como han tenido:
- Un sediento también a par de un río
- O de una fuente amena está sentado,
- Y se quiere beber el agua toda;
- De ordinario, dormidos los muchachos
- Al lado de un servicio o meadero
- Para orinar creen alzar la ropa,
- Inundando las telas exquisitas
- Que hizo para su cama Babilonia.
- Mas los que sienten por la vez primera
- La juventud lozana cuando el tiempo
- El semen por los miembros desenvuelve,
- Se les ofrecen muchos simulacros
- De cualquier cuerpo en sueños mensajeros
- De un rostro hermoso, fresco y agraciado,
- Que provocan el órgano atestado
- De semilla abundante; y así como
- Hubieran penetrado muchas veces,
- El santuario del placer, arrojan
- Chorros de semen que los contaminan.
- Bulle en nosotros, como dije, e1 semen
- Cuando la juventud nos robustece:
- Cada órgano es movido y provocado
- Por el objeto propio: humana imagen
- El órgano prolífico conmueve;
- Cuando de sus depósitos se sale
- El semen esparcido por el cuerpo,
- Y se junta en los nervios destinados
- Y penetra de pronto el mismo sitio
- Engendrador, se atiesan los conductos,
- Quiere arrojarlo la naturaleza
- Do el bárbaro deseo se encamina:
- Y el alma se dirige a aquel objeto
- Que la hirió con sus flechas amorosas:
- Todos salen heridos del combate
- Y los tiros asestan hacia aquélla
- Que hiriéndonos se dio ella por vencida,
- Y el mismo vencedor ensangrentado
- En medio de su triunfo se presenta.
- Así, pues, a quien Venus ha llagado,
- Ya tomando los miembros delicados
- De un muchacho, o haciendo que respire
- Una mujer amor por todo el cuerpo,
- Se dirige al objeto que la hiere,
- Impaciente desea a él ayuntarse
- Y llenarle de semen todo el cuerpo:
- El deleite presagia la ansia ciega:
- Ésta, pues, es la Venus que tenemos,
- De aquí el nombre de amor trajo su origen,
- De aquí en el corazón se destilara
- Aquella gota de dulzor de Venus
- Que en un mar de inquietudes ha parado:
- Porque si ausente está el objeto amado,
- Vienen sus simulacros a sitiarnos
- Y en los oídos anda el dulce nombre.
- Conviene, pues, huir los simulacros,
- De fomentos de amores alejarnos,
- Y volver a otra parte el pensamiento,
- Y divertirse con cualquiera objeto;
- No fijar el amor en uno solo,
- Pues la llama se irrita y se envejece
- Con el fomento, y el furor se extiende
- Y el mal de día en día se empeora.
- Si no entretienes tú con llagas nuevas
- Las heridas que te hizo amor primero,
- Y haciéndote veleta en los amores
- No reprimes el mal desde su origen
- Y llevas la pasión hacia otra parte.
- Las dulzuras de Venus no renuncia
- Aquél que huye de amor: por el contrario,
- Coge sus frutos solo sin disgusto.
- Gozan siempre las almas racionales
- De un deleite purísimo y seguro,
- Mejor que los amantes desgraciados,
- Que al mismo tiempo de gozar fluctúan
- Sobre el hechizo de su amor incierto.
- No saben do fijar ojos y manos;
- Aprietan con furor entre sus brazos
- El objeto primero que agarraron,
- Le molestan muchísimo, y sus dientes
- Clavan cuando le besan en los labios,
- Porque no tienen un deleite puro;
- Secretamente son aguijoneados
- A maltratar aquel objeto vago
- Que motivó su frenesí rabioso:
- Pero Venus mitiga los dolores
- Gozando del amor suavemente,
- Y con blando placer las llagas cura.
- Pues los amantes tienen esperanza
- De que aquel mismo cuerpo que ha inflamado
- Su pecho en amor ciego, puede él mismo
- Apagar el incendio que ha movido;
- Pero se opone la naturaleza:
- Y es la única pasión de cuyos goces
- Con bárbaro apetito se arde el pecho;
- Pues el hambre y la sed se satisfacen
- Fácilmente por dentro repartidos
- Bebidas y alimentos en los miembros,
- Y se pueden pegar a ciertas partes.
- Pero un semblante hermoso y peregrino,
- Sólo deja gozar en nuestro cuerpo
- Ligeros simulacros que arrebata
- Miserable esperanza por los aires.
- Así como un sediento busca en sueños
- El agua ansiosamente, y no la encuentra,
- Para apagar el fuego de su cuerpo,
- Y sólo da con simulacros de agua,
- Y con vana fatiga de sed muere
- Bebiendo en un río caudaloso;
- Del mismo modo engaña a los amantes
- Venus con simulacros: ni la vista
- De un cuerpo hermoso hartura puede darlos,
- Ni quitar de sus miembros delicados
- Alguna parte pueden con sus manos
- Que inciertas manosean todo el cuerpo.
- En fin, cuando sus miembros enlazados
- Gozan el fruto de la edad florida,
- Cuando el cuerpo presagia los contentos
- Y a punto Venus de sembrar los campos,
- Los amantes agárranse con ansia,
- Y juntando saliva con saliva
- El aliento detienen apretando
- Los labios y los dientes; pero en vano,
- Porque de allí no pueden sacar nada
- Ni penetrar ni hacerse un mismo cuerpo;
- Al parecer son estos sus intentos;
- Venus los junta con ansiosos lazos
- Cuando en el seno del placer sus miembros
- En licor abundante se derriten
- Conmovidos en fuerza del deleite;
- En fin, cuando la Venus recogida
- De los nervios saltó, por un momento
- El ardor violento se amortigua
- Vuelve después con más furor la rabia,
- Buscando sin cesar tocar el blanco
- De sus deseos; pero no hallan medio
- Con que puedan triunfar de su desgracia:
- ¡Tan ciega herida errantes los consume!
- Agrega a los tormentos que padecen
- Sus fuerzas agotadas y perdidas,
- Una vida pasada en servidumbre,
- La hacienda destruida, muchas deudas,
- Abandonadas las obligaciones,
- Y vacilante la opinión perdida:
- Perfumes y calzado primoroso
- De Sición, que sus plantas hermosea:
- Y en el oro se engastan esmeraldas
- Mayores y de verde más subido
- Y se usan en continuos ejercicios
- De la Venus las telas exquisitas,
- Que en su sudor se quedan empapadas:
- Y el caudal bien ganado por sus padres
- En cintas y en adornos es gastado:
- Le emplean otras veces en vestidos
- De Malta y de Scio: le disipan
- En menaje, en convites, en excesos,
- En juegos, en perfumes, en coronas,
- En las guirnaldas, pero inútilmente;
- Porque en el manantial de los placeres
- Una cierta amargura sobresalta,
- Que molesta y angustia entonces mismo;
- Bien porque acaso arguye la conciencia
- De una vida holgazana y desidiosa
- Pasada en ramerías; o bien sea
- Que una palabra equívoca tirada
- Por el objeto amado, como flecha,
- Traspasa el corazón apasionado
- Y toma en él fomento como fuego;
- O bien celoso observa en sus miradas
- Distracción hacia él mirando a otro,
- O ve en su cara risa mofadora.
- Si en el amor feliz hay tantas penas,
- Innumerables son las inquietudes
- De un amor desgraciado y miserable:
- Se vienen a los ojos tan de claro,
- Que es mejor abrazar, como he enseñado,
- El estar siempre alerta, y no dejarse
- Enredar en sus lazos; pues más fácil
- Es evitar las redes, que escaparse
- Y de Venus romper los fuertes lazos
- Cuando el amor nos tiene ya prendidos,
- Y aunque fueras cogido y enredado
- Podrías evitar el infortunio
- Si tú mismo no fueras a buscarle;
- Si primero los ojos no cerraras
- Sobre todos los vicios de su alma
- Y sobre los defectos corporales
- De aquel objeto por quien sólo anhelas:
- Ciega por lo común a los amantes
- La pasión, y les muestra perfecciones
- Aéreas; porque vemos que las feas
- Aprisionan los hombres de mil modos,
- Y hacen obsequio grande a las viciosas:
- Y unos de otros se burlan y aconsejan
- El aplacar a Venus mutuamente
- Que los aflige con amor infame:
- Si es negra su querida, para ellos
- Es una morenita muy graciosa;
- Si sucia y asquerosa, es descuidada;
- Si es de ojos pardos, se asemeja a Palas;
- Si seca y descarnada, es una corza
- Del Ménalo; si enana y pequeñita,
- Es una de las gracias, muy salada;
- Si alta y agigantada, es majestuosa,
- Llena de dignidad; tartamudea
- Y no pronuncia bien, es un tropiezo
- Gracioso; taciturna, es vergonzosa;
- Colérica, envidiosa, bachillera,
- Es un fuego Vivaz que no reposa;
- Cuando de puro tísica se muere,
- Es de un temperamento delicado;
- Si con la tos se ahoga y desfallece,
- Entonces es beldad descaecida;
- Y si gorda y tetuda, es una Ceres,
- La querida de Baco: si chatilla,
- Es silla de placer; ¡nadie podría
- Enumerar tan ciegas ilusiones!
- Pero demos que sea ella un hechizo
- Y que la haya agraciado Venus misma;
- No faltan en el mundo otras hermosas,
- Y sin ellas pasamos. La hermosura
- A las mismas miserias está expuesta,
- Y a las mismas flaquezas que la fea;
- Tenemos evidencia: y la infelice
- Por su hedor insufrible se sahúma,
- De la cual huyen mucho sus doncellas,
- Y a escondidas dan grandes carcajadas.
- Llorando, empero, el despedido amante
- Muchas veces adorna los umbrales
- Con flores y guirnaldas, derramando
- Perfumes en los postes altaneros,
- Y da en las puertas besos infelices;
- A quien si ya una vez introducido
- Un ligero olorcillo molestara
- Al entrar en la casa buscaría
- Al punto algún pretexto de alejarse;
- Se olvida de las quejas elocuentes
- Tanto tiempo pensadas, y se acusa
- De mentecato por haber supuesto
- En aquella mortal más perfecciones
- Que és justo conceder: muy bien lo saben
- Nuestras diosas: ocultan por lo mismo
- Estas flaquezas de la vida a quienes
- Desean sujetar de amor con grillos:
- Muy necias son en esto; porque puedes
- Correr el velo a todos sus misterios,
- E informarte de todos sus secretos:
- Y si es de buena índole y modesta,
- A mal no llevará que tú igualmente
- Veas y observes la miseria humana.
- No siempre la mujer con amor falso
- Suspira: cuando el cuerpo de su amante
- Contra su seno aprieta entre sus brazos;
- Cuando sus labios húmedos imprimen
- Besos que fluyen el deleite, entonces
- Su amor es verdadero, y deseosa
- De gozar el placer común a entrambos,
- Le incita a que concluya la carrera
- Del amor: no podrían de otro modo
- Las aves, los ganados y las fieras
- Y yeguas a los machos ayuntarse,
- Si las hembras calientes no estuvieran,
- Sin ellas no excitaran los hervores
- Del placer esta dulce resistencia
- Tan favorable a la caliente Venus.
- ¿Por ventura no ves también aquéllos
- Que un deleite recíproco ayuntara
- En mutua ligadura atormentados?
- ¿Y queriendo los perros desligarse,
- En las encrucijadas muchas veces
- Cada uno tira mucho por su parte
- Cuando los tiene Venus aún pegados
- Con fuertes ataduras? No lo harían
- Si no fueran comunes los contentos
- Que en aquel dulce lazo los unieron,
- Teniéndolos a entrambos en prisiones
- Sólo el placer recíproco es deleite.
- Y por fortuna en el ayuntamiento,
- Cuando ordeñó con suma ligereza
- Y el viril semen embebió la hembra,
- Al padre o a la madre se parecen
- Los hijos, en razón que dominare
- El semen de uno u otro; y si de entrambos
- Fueren los hijos un retrato vivo,
- De la sangre más pura de sus padres
- Fueron formados, cuando las semillas
- Excitadas por Venus en los miembros
- El recíproco ardor equilibrara,
- Y con igual influjo concurrieron.
- A las veces sucede parecerse
- A los abuelos, o a los bisabuelos,
- Porque encierran los padres de ordinario
- En su cuerpo muchísimos principios
- Que, de padres a hijos transmitidos,
- Vienen de un mismo tronco: después Venus
- Varía las figuras, y remeda
- El semblante, la voz y los cabellos
- De los abuelos, porque son formadas
- Aquestas partes de nosotros mismos
- No menos que la cara, cuerpo y miembros
- De germen fijo. Y la viril semilla
- En producir el sexo femenino
- Influye, y los varones engendrados
- Son del materno semen; porque el hijo
- Resulta siempre de las dos semillas,
- Y aquel a quien el hijo más saliere
- Suministró más parte de elementos,
- Como en varones y hembras verlo puedes.
- No impiden a ninguno las deidades
- El propagar su especie, y que le llamen
- Padre sus dulces hijos; o que vivan
- En un perpetuo estéril himeneo,
- Como lo creen muchos, y afligidos
- Las aras bañan de copiosa sangre
- Y llenan de presentes los altares
- Para que con raudales de semilla
- Empreñen sus mujeres: pero en vano
- A los dioses y oráculos fatigan.
- Estériles se quedan las mujeres
- Cuando el semen es fluido o espeso
- Con extremo: muy fluido no puede
- Fijarse en los parajes destinados,
- Se corre y se derrama en el momento;
- Muy espeso, su misma consistencia
- No le deja saltar bastante lejos
- Y penetrar los sitios igualmente,
- O penetrando en ellos, con el semen
- De la mujer no es fácil se entrevere.
- Porque en efecto, hay mucha diferencia
- Por la organización en las uniones,
- Y unos mejor empreñan unas que otras,
- Y muchas fueron antes infecundas
- En varios himeneos, y no obstante
- Llegaron a tener un buen marido
- Que supo fecundarlas, y quedaron
- Enriquecidas con sabrosos hijos:
- Y después de infinitos matrimonios
- Infructuosos, encontraron otros
- Apoyos de vejez con nueva esposa:
- Tan esencial es la correspondencia
- De la organización en los esposos,
- Para poder unirse las semillas
- Con las que tengan más analogía
- Y adquieran la precisa consistencia.
- Es preciso también ser circunspecto
- Sobre la calidad del alimento,
- Pues se espesan los sémenes con unos,
- Con otros se atenúan y disuelven.
- También debe observarse la manera
- De tratar a la misma dulce venus;
- Pues como los cuadrúpedos se ayuntan
- Muchos son de opinión que los esposos
- Deben hacerlo, porque de este modo
- Pueden las partes recibir el semen
- Echando el pecho y levantando el lomo.
- No conviene que hagan las esposas
- Movimientos lascivos, porque impiden
- Hacerse la mujer embarazada
- Cuando con los meneos de las nalgas
- La venus del varón estorba inquieta
- Y da oleadas con el tierno pecho;
- La reja del arado echa del surco,
- Y el chorro seminal quita del sitio.
- Por utilidad propia las rameras
- Tuvieron la costumbre de moverse,
- Por no hacerse preñadas con frecuencia
- Y porque al mismo tiempo los varones
- Tuviesen una venus más gustosa:
- Mas la honesta mujer no las imite.
- No es preciso el auxilio de los dioses
- Ni las flechas de Venus para amarse.
- A veces la más fea mujercilla,
- Su conducta, su agrado su limpieza,
- Sus artificios inocentes hacen
- Que se acostumbre el hombre fácilmente
- A vivir en su trato y compañía,
- Porque engendra cariño el mucho trato:
- Golpes reiterados, aunque leves,
- Al cabo de años triunfan de los cuerpos
- Más sólidos. ¿No observas que las gotas
- De la lluvia que caen sobre las peñas
- Después de mucho tiempo las socavan?