Libro cuarto - De la naturaleza de las cosas - poema en seis cantos de Tito Lucrecio

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De la naturaleza de las cosas

Poema en seis cantos de Tito Lucrecio Caro ; traducido por D. José Marchena

DE RERUM NATURA - Acerca la Naturaleza de las cosas

Libro Cuarto

  • Los sitios retirados del Pierio
  • Recorro, por ninguna planta hollados:
  • Me es gustoso llegar a íntegras fuentes,
  • Y agotarlas del todo; y me da gusto,
  • Cortando nuevas flores, rodearme
  • Las sienes con guirnalda brilladora,
  • Con que no hayan ceñido la cabeza
  • De vate alguno, las divinas musas:
  • Primero, porque enseño, cosas grandes,
  • Y trato de romper los fuertes nudos
  • De la superstición agobiadora;
  • Después, porque tratando las materias
  • De suyo obscuras con pieria gracia,
  • Hago versos tan claros: ni me aparto
  • De la razón en esto: a la manera
  • Que cuando intenta el médico a los niños
  • Dar el ajenjo ingrato, se prepara
  • Untándoles los bordes de la copa
  • Con dulce y pura miel, para que pasen
  • Sus inocentes labios engañados
  • El amargo brebaje del ajenjo,
  • Y la salud les torne aqueste engaño,
  • Y dé vigor y fuerza al débil cuerpo;
  • Así yo ahora, pareciendo austera
  • Y nueva y repugnante esta doctrina
  • Al común de los hombres, exponerte
  • Quise nuestro sistema con canciones
  • Suaves de las musas, y endulzarle
  • Con el rico sabor de poesía:
  • ¡Si por fortuna sujetar pudiera
  • Tu alma de este modo con enlabios
  • Armónicos, en tanto que penetras
  • El misterio profundo de las cosas
  • Y en tal estudio el ánimo engrandeces!
  • De los átomos, pues, las cualidades
  • Y la diversidad de sus figuras
  • Antes de demostrado, y cómo giran
  • De suyo eternamente en el espacio
  • Los dichos elementos de las cosas,
  • Y cómo pueden producirse de ellos
  • Todos los seres: puesto que he enseñado
  • Cuál es del alma la naturaleza,
  • Y a qué principios debe su existencia
  • La actividad que tiene unida al cuerpo,
  • Y cómo en sus primeros elementos
  • Se resuelve después de separada;
  • Ahora daré principio a una materia
  • Que se une íntimamente a lo que he expuesto.
  • Digo que existen cuerpos a quien llamo
  • Simulacros, especies de membranas,
  • Que, de las superficies de los cuerpos
  • Desprendidos, voltean por el aire
  • Al azar, de continuo, noche y día,
  • Y el espíritu agitan con terrores,
  • Nos hacen ver figuras monstruosas
  • Y espectros y fantasmas horrorosos
  • Que el sueño nos arrancan muchas veces:,
  • No creamos quizá que de Aqueronte
  • Las almas huyen, y las sombras vuelan
  • Entre los vivos; ni después de muertos
  • Puede quedar alguna parte nuestra,
  • Cuando el cuerpo y el alma separados
  • Se vuelven a sus propios elementos.
  • Pues de la superficie de los cuerpos
  • Digo salir efigies y figuras
  • De gran delicadeza, que llamamos
  • Membranas, o cortezas, porque tienen
  • La misma forma y la apariencia misma
  • Que los cuerpos de donde se separan
  • Para andar por los aires esparcidas.
  • El hombre más estúpido bien puede
  • Conocer la existencia de estos cuerpos:
  • Primero, porque existen muchos seres
  • Cuyas emanaciones son muy claras:
  • En unos se difunden libremente
  • Sus partes separadas, como el humo
  • Que sale de la leña, y los vapores
  • Que despiden los fuegos: una tela
  • En otros viene a ser mejor urdida;
  • Así en estío dejan las cigarras
  • Las túnicas añosas, y desprenden
  • Los nacientes becerros las membranas,
  • Y la serpiente lúbrica en las zarzas
  • Se despoja también de su camisa,
  • Pues vemos los zarzales coronados
  • Con aquellos despojos voladores:
  • Y puesto que sucede lo que digo,
  • Debe la superficie de los cuerpos
  • Enviarnos imágenes iguales,
  • Aunque sutiles; porque de otro modo
  • No se puede explicar cuál es la causa
  • De que existan figuras tan groseras,
  • Más bien que las sutiles y delgadas,
  • Siendo la superficie de los cuerpos
  • De infinitos corpúsculos compuesta,
  • Los que apartados pueden conservarse
  • En el orden y forma que tenían,
  • Y arrojarse con tanta ligereza
  • Cuanto menos obstáculos se oponen,
  • Por ser tan delicados y sutiles
  • Y estar en superficie colocados.
  • Porque vemos salir seguramente
  • Partículas sinnúmero, no sólo
  • De lo interior del cuerpo, como dije,
  • Antes bien de su misma superficie,
  • Como el color. Esto hacen las cortinas
  • Amarillas y negras y encarnadas
  • Que cuelgan de las vigas y columnas,
  • Y flotan en teatros espaciosos;
  • Porque allí con sus brillos tembladores
  • Espectador y escena toda embisten,
  • Y a senadores, dioses y matronas
  • De móvil luz coloran: más vistoso
  • Y encantador al ojo es su reflejo
  • La luz robando al día, si el recinto
  • Del teatro cerrare exactamente.
  • Luego enviando de la superficie
  • Colores estos lienzos, todo cuerpo
  • Debe enviar también efigies finas,
  • Pues de1a superficie salen ambas.
  • Tenemos así ya señales ciertas
  • De las formas que vuelan por el aire
  • Con tan finos contornos, que no pueden
  • Verse tomadas separadamente.
  • Si además el olor, calor, el humo
  • Y otras emanaciones semejantes
  • Aquí y allí se esparcen, es por causa
  • Que de adentro del cuerpo desprendidas
  • No encuentran su salida en línea recta;
  • Por sendas tortuosas se dividen,
  • Por medio de las cuales se abren paso:
  • De los colores la sutil membrana
  • Que sale de la misma superficie
  • No puede ser de obstáculo rasgada.
  • En fin, los simulacros que observamos
  • En espejos, en agua, en brilladuras,
  • Siendo de todo punto semejantes
  • A los objetos que ellos representan,
  • Por sus mismas imágenes se forman.
  • Luego ya no hay razón para que existan
  • Las efigies groseras de los cuerpos
  • Mejor que aquellas otras delicadas.
  • Porque todos los cuerpos nos envían
  • Similares imágenes delgadas,
  • Que nadie puede ver aisladamente;
  • Antes sus emisiones reflejadas,
  • Y juntas, de continuo por espejos,
  • Los órganos nos hieren: de otro modo
  • No fuera tan exacta y adecuada
  • La completa visión de los objetos.
  • La grande sutileza de la imagen
  • Voy a explicarte, porque sus principios
  • Son infinitamente más delgados
  • Y más imperceptibles a la vista
  • Que los mismos corpúsculos que empiezan
  • A no poderse ver. Atiende en breve,
  • Por dejarte del todo convencido,
  • De qué delicadeza están dotados
  • De la materia toda los principios.
  • Existen animales tan exiguos,
  • Que es invisible el tercio de su grueso:
  • ¿Qué será un intestino de su cuerpo?
  • ¿Cómo su corazón? ¿Cómo sus ojos?
  • ¿Qué de sus miembros y articulaciones?
  • ¡Cuánta delicadeza! ¿Concibieras
  • Un tejido más fino y delicado
  • Como es preciso tengan los principios
  • Que el alma y el espíritu componen?
  • Si mueves blandamente aquellas plantas
  • Que olor subido exhalan, la penase,
  • El abrótano acerbo, ajenjo amargo
  • Y la centaura ingrata, al punto sientes
  • La existencia de muchos simulacros
  • Que vuelan de mil modos sin esfuerzo,
  • E imperceptibles. Pero cuán pequeña
  • Sea la imagen comparada al cuerpo
  • De que ella emana, no puede ninguno
  • Apreciar ni explicar bastantemente.
  • Mas para que quizá no te persuadas
  • Que vagan sólo aquellos simulacros
  • Que emanan de los cuerpos; por sí mismos
  • Se forman también otros, y se ponen
  • En aquella región llamada el aire,
  • Do se remontan bajo muchas formas,
  • Mudan a cada instante de figura,
  • Y de mil modos el aspecto tornan.
  • Así a las veces vemos congregarse
  • Las nubes por lo alto en un instante,
  • Enlutando la hermosa faz del cielo,
  • Con movimiento al aire festejando:
  • Parecen ser gigantes espantosos
  • Que vuelan y derraman a lo lejos
  • La obscuridad: o bien grandes montañas
  • Y peñas arrancadas de los montes
  • Que preceden al Sol o que le siguen;
  • En fin, un monstruo que amontona nubes
  • Y las va derramando a todas partes.
  • ¡Con cuánta prontitud; cuán fácilmente
  • Ahora se forman estos simulacros,
  • Y con cuánta abundancia se desprenden
  • Y fluyen sin cesar de los objetos!
  • Las superficies de los cuerpos todos
  • Son como emanaciones perenales
  • Que llegadas a objetos exteriores
  • Penetran unos; como los vestidos,
  • En otros se dividen sin que puedan
  • Reflejárnos la imagen, como en leños
  • Y ásperas rocas; pero no es lo mismo
  • Si encuentran cuerpo denso y alisado,
  • Así como el espejo, pues no pueden
  • Atravesarle como los tejidos,
  • Y no se descomponen sin que hayan
  • Sido primeramente reflejados
  • Enteros por la plana superficie.
  • Por esto nos envían simulacros
  • Los cuerpos lisos: y en cualquiera tiempo
  • Y con cualquiera prontitud que opongas
  • A éstos el espejo, allí al momento
  • Aparece su imagen: sacaremos
  • Que fluyen de su misma superficie
  • Sin cesar los tejidos delicados,
  • Y sutiles figuras: luego al punto
  • Se forman infinitos simulacros,
  • Y a su pronto nacer nada equivale.
  • Si debe derramar en cierto modo
  • Luz abundante el Sol en poco tiempo
  • Para que en claridad rebose todo
  • Perpetuamente; así del mismo modo
  • Es preciso que salgan de los cuerpos
  • De pronto amontonados simulacros
  • En todas partes de infinitos modos;
  • Si se vuelve el espejo a cualquier lado,
  • Con su forma y color se ve el objeto.
  • Cuando el cielo purísimo estuviere
  • Se enluta y obscurece de repente
  • Por todas partes, tanto que pensaras
  • Haber abandonado las tinieblas
  • El Aqueronte por llenar a una
  • Las bóvedas inmensas de los cielos:
  • Formada así la noche tenebrosa
  • Por los nublados, vemos suspendido
  • Horrible espanto encima de nosotros
  • Bajo infinitas formas: mas ninguno
  • Puede explicar la relación pequeña
  • Que estos espectros tienen con su imagen.
  • Yo en muy breves canciones armoniosas
  • Declararé al presente el movimiento,
  • De aquestos simulacros velocísimos,
  • Con cuánta agilidad corren los aires,
  • Y los grandes espacios que atraviesan.
  • En un instante, hacia cualquiera parte
  • Que su diversa dirección los lleva:
  • A la manera que el acento débil
  • Del cisne más recrea las orejas
  • Que aquel clamor ingrato de las grullas
  • Por la región del aire derramado.
  • Observemos que deben ser veloces
  • Los cuerpos que de suyo son ligeros
  • Y formados de átomos sutiles:
  • La luz del Sol y su calor entre ellos,
  • Pues se forman de finos elementos;
  • Los que empujados fácilmente pasan
  • Los intersticios de aire sacudidos
  • Por el siguiente choque: cuando al punto
  • Luz a la luz sucede, y se acelera
  • La suma ligereza de los rayos,
  • Con nueva agitación de los siguientes.
  • Por la misma razón los simulacros
  • Deben correr espacios increíbles
  • En un momento; pues primeramente
  • Un posterior impulso de continuo
  • Sacude los corpúsculos sutiles;
  • Siendo además tan fino su tejido,
  • Fácilmente penetran cualquier cuerpo
  • Y por los huecos de aire así se cuelan.
  • Si vemos los corpúsculos nacidos
  • De las mismas entrañas de los cuerpos
  • Esparcirse de pronto, a la manera
  • Que la luz y el calor del Sol lo hacen
  • Por toda la extensión de la atmósfera
  • En un instante y por el mar y tierras.
  • Se derraman y al cielo se remontan
  • Y le bañan de luz por todas partes
  • Tirándole con suma ligereza,
  • ¿Como no ves que ya los simulacros
  • Que de la superficie se desprenden,
  • Su emisión ningún cuerpo retardando,
  • Deben abalanzarse más ligeros
  • Y atravesar mucho mayor espacio
  • En tiempo igual al que la luz emplea
  • Del Sol en extenderse por el cielo?
  • Quiero también poner una experiencia
  • Que compruebe la suma ligereza
  • Con que se mueven estos simulacros:
  • Si pones al sereno una agua clara,
  • En ella vienen a pintarse luego
  • El estrellado cielo y las lumbreras
  • Rutilantes del mundo: pues la imagen
  • Ya ves cuán poco tiempo necesita
  • Para llegar del cielo hasta la tierra.
  • Por lo cual es preciso que confieses
  • Las emisiones de los simulacros
  • Que hieren muchos ojos y producen
  • La visión: en efecto, los olores
  • De ciertos cuerpos son emanaciones
  • Continuas: de este modo emana el frío
  • De los fluidos; calor del Sol emana,
  • Y la sal que se come las riberas
  • Del mar emana: y los sonidos varios
  • Sin cesar por el aire van volando:
  • Cierto sabor salado afecta el gusto
  • Cuando nos paseamos en la playa;
  • Y si miramos preparar ajenjos
  • Sentimos amargor: tanta certeza
  • Tenemos de que envían emisiones
  • De sí todos los cuerpos de continuo,
  • Que a todas partes giran sin pararse,
  • Y sin interrumpir jamás su flujo,
  • Pues tenemos continuas sensaciones,
  • Ver, oler y aun oír podemos siempre.
  • Si tocamos a obscuras algún cuerpo
  • De una cierta figura, conocemos
  • Ser el mismo que vimos por el día;
  • Es preciso también que el tacto y vista
  • Excite semejante mecanismo:
  • Si un cuadrado tocamos, por ejemplo,
  • Y nos excita sensación a obscuras,
  • ¿Qué otro objeto afectando nuestra vista
  • Podrá durante el día presentarse,
  • Si no es que sea su cuadrada imagen?
  • Luego por medio de la imagen vemos;
  • Sin ellas no podemos ver los cuerpos.
  • Giran los simulacros de que hablamos
  • Y en toda dirección se arrojan siempre:
  • Mas como sólo vemos con los ojos,
  • A do los dirigimos nos los hieren
  • Con su color y forma los objetos,
  • Y la imagen nos hace que veamos
  • La distancia que media hasta las cosas,
  • Porque al salir impele y echa el aire
  • Que medie entre la imagen y los ojos;
  • Por el tacto del aire conmovidos,
  • Y lame en cierto modo la pupila,
  • Y en modo rapidísimo se aleja:
  • Entonces la distancia conocemos.
  • Cuanto más prolongada es la columna
  • Que agitada delante toca al paso
  • Nuestros ojos, parece más distante
  • Cualquier objeto; y este mecanismo
  • De rara y portentosa ligereza
  • Nos hace ver objetos y distancias.
  • No debe sorprenderte que nos hieran
  • Los ojos simulacros invisibles,
  • Y no obstante se vean los objetos:
  • Porque generalmente no sentimos
  • Las moléculas de aire que recrea,
  • Ni del frío que punza fuertemente
  • Cada uno de por sí, más bien sentimos
  • Todas las impresiones reunidas:
  • Las sentimos obrar sobre nosotros
  • Como objetos que afectan nuestros cuerpos
  • Con un choque exterior. Cuando ponemos
  • Sobre una piedra el dedo, los extremos
  • Tocamos del color y superficie:
  • Sentimos solamente la dureza,
  • Propiedad de la masa de la piedra.
  • Oye por qué razón se ve la imagen
  • Mas allá del espejo y bien distante:
  • No de otro modo vemos los objetos
  • Por fuera de las casas ciertamente
  • Cuando por sí la puerta proporciona
  • Veamos claramente lo que pasa
  • Por la parte de afuera; dos columnas
  • De aire, pues, entonces se interponen;
  • La una entre ojo y puerta, a la que sigue
  • La imagen de la puerta y de los cuerpos
  • De adentro por derecha y por izquierda:
  • La otra, a quien precede luz externa,
  • Y que viene a pasar por nuestros ojos,
  • Es seguida también de los objetos
  • Que se ven ciertamente por afuera.
  • Lo mismo hace el espejo: de su imagen
  • La proyección llegando a nuestros ojos
  • Hecha delante de ella el aire puesto
  • Entre su superficie y nuestra vista;
  • Y la impresión de esta columna de aire
  • Hace sintamos de antemano aquella
  • Imagen del espejo; mas al punto
  • Que percibimos el espejo mismo
  • Llega a dar en su luna nuestra imagen,
  • La cual no es reflejada a nuestros ojos
  • Sino después de haber hecho que pase
  • Otra columna de aire sobre el ojo,
  • Que es impelida por la imagen nuestra:
  • Por eso ves la imagen tan distante
  • Del espejo: no debes admirarte,
  • De dos columnas de aire siendo efecto.
  • Si la parte derecha de un objeto
  • Vemos en los espejos a la izquierda,
  • Consiste en que después de haber tocado
  • La superficie plana del espejo,
  • Sufre la imagen antes que se vuelva,
  • Una mudanza que el envés refleja
  • Bajo el aspecto mismo que tenía
  • Su derecha. Y si entonces aplicando
  • Una máscara térrea antes de seca
  • A algún poste o columna, se pudiese
  • Hacer que sin perder su antigua forma
  • Sus partes saledizas se volvieran
  • En sí mismas a entrar, y que en seguida
  • Se ordenasen de nuevo para afuera,
  • Por necesaria ley sucedería
  • El estar colocado a mano izquierda
  • El ojo de derecha, y al contrario.
  • La imagen pasa de uno a otro espejo
  • De manera que suele presentarnos
  • Cinco o seis simulacros: los objetos
  • Por detrás en el fondo colocados,
  • Aunque están muy oblicuos y distantes,
  • A fuerza de continuas reflexiones
  • Salen del fondo, al parecer formados,
  • Por los muchos espejos en un cuarto.
  • Pasa la imagen de un espejo a otro;
  • Si el primero la pone a mano izquierda,
  • La refleja el segundo a la derecha,
  • Vuelve el tercero su primera cara.
  • Los espejos también de muchos lados
  • Hacen ver los objetos con la cara
  • Que les es presentada; bien ya sea
  • Porque la imagen llega transmitida
  • De un espejo en el otro a nuestra vista
  • Después de padecer dos reflexiones;
  • Bien porque sobre sí rueda la imagen
  • Cuando viene a nosotros; pues la obliga
  • La misma curvatura de los lados
  • A dar la vuelta entera hacia nosotros.
  • Parece entran y salen igualmente
  • Con nosotros también los simulacros
  • Imitando los gestos y actitudes,
  • Pues la parte que dejas del espejo
  • No puede hacer que vuelva ya la imagen,
  • Porque Natura sabia y providente
  • De reflexión el ángulo dispuso
  • Que fuese siempre igual al de incidencia.
  • Los ojos huyen de brillantes cuerpos
  • Evitando mirarlos; también ciega
  • El Sol si se le mira de hito en hito;
  • Porque además que tiene propia fuerza,
  • Sus simulacros, de los altos cielos
  • Lanzados a través de un aire puro,
  • Rápidamente hieren nuestros ojos,
  • Sus organizaciones perturbando:
  • Un vivo resplandor quema los ojos
  • Frecuentemente, puesto que contiene
  • De moléculas ígneas grande copia,
  • Cuando al entrar causan dolor en ellos.
  • Los ictéricos ven cualquier objeto
  • Amarilleado, porque de sus cuerpos
  • Emanan abundantes las semillas
  • De amarillez, que se unen en el aire
  • De los objetos con los simulacros,
  • Y tienen los humores de sus ojos
  • Gran copia de partículas mezcladas
  • Que pintan amarillos los objetos.
  • Se ven desde lo obscuro los objetos
  • Que están en medio de la luz, sin duda
  • El aire tenebroso más cercano
  • Metiéndose en el órgano el primero,
  • Y cogiéndole abierto, es al instante
  • Seguido de aire claro, que despeja
  • Los ojos y disipa las tinieblas
  • Por más móvil, sutil y poderoso.
  • En el momento que de luz llenara
  • Las vías de los ojos este aire,
  • Y abrió las que obstruían las tinieblas,
  • Al punto se introducen simulacros
  • De cuerpos puestos a la luz, y vemos.
  • Viniendo de la luz es imposible
  • Ver en la obscuridad, por el contrario,
  • Porque llegando el aire tenebroso
  • Y más denso el segundo, llena a un tiempo
  • Y cierra los conductos de los ojos,
  • Sin que puedan pasar los simulacros
  • De los cuerpos que llegan a la vista.
  • Si a lo lejos parece son redondas
  • De las ciudades las cuadradas torres,
  • Consiste en que todo ángulo parece
  • Obtuso desde lejos; o diremos
  • Mejor que no se ve; su acción se acaba:
  • Tampoco llega el golpe a nuestros ojos,
  • Pues son debilitados en gran trecho
  • Los simulacros por continuos choques
  • Del aire; y cuando el ángulo gastado
  • Llegó a hacerse insensible, se ve sólo
  • Como un montón cilíndrico de piedras:
  • No así cuerpos redondos a la vista
  • Nos aparecen, mas con una forma
  • Confusa en cierto modo e imperfecta.
  • También parece que en el Sol se mueve
  • Nuestra sombra siguiendo nuestros pasos,
  • E imitando los gestos; si creyeres
  • Poder andar y remedar los gestos
  • Un aire que de toda luz carece,
  • Un aire que solemos llamar sombra:
  • Siendo la tierra sucesivamente
  • Privada de la luz del sol o herida
  • Según que nuestros cuerpos van andando
  • Cierran el paso, o le abren a sus rayos,
  • Se nos figura que la misma sombra
  • Viene en pos de nosotros: consistiendo
  • La luz en unos rayos sucesivos
  • Que mueren y renacen de continuo,
  • Como si se devana lana al fuego,
  • Fácil es concebir cómo la tierra
  • Se despoja de luz y se rellena.
  • Sin embargo, tampoco concedemos
  • Que los ojos padecen aquí engaños,
  • El ver la luz y sombra do las haya
  • Es propio de los ojos: ¿por ventura
  • Es o no ciertamente la luz misma?
  • ¿Y la misma la sombra que se pasa?
  • ¿O sucede más bien como hemos dicho?
  • La razón debe sólo decidirlo.
  • En fin, no pueden conocer los ojos
  • A la naturaleza de los cuerpos;
  • Por lo mismo, no quieras imputarle
  • Los errores del ánimo nacidos.
  • La nave donde vamos embarcados
  • Navega pareciendo estarse quieta,
  • Y aquella que está inmóvil en la rada
  • Creemos la arrebata la corriente:
  • Y parece que campos y colinas
  • Huyen hacia la popa, hinchando el viento
  • A lo largo de aquéllos nuestras velas:
  • Y parece que todas las estrellas
  • En las etéreas bóvedas clavadas
  • Inmóviles están; tienen, no obstante,
  • Continuo movimiento, pues que nacen
  • Para reveer una lejana puesta,
  • Después que con su claro cuerpo el cielo
  • Midieron: Sol y Luna estacionarios
  • De la misma manera nos parecen,
  • Aunque sus movimientos nos declara
  • La razón por sí misma; y las montañas
  • Que dominan los mares, entre quienes
  • Pasarían escuadras libremente,
  • Un mismo todo ofrecen desde lejos,
  • Y aunque estén muy distantes unas de otras,
  • Ofrecen, sin embargo, a nuestros ojos
  • Una grande isla congregadas todas.
  • Y están tan persuadidos los muchachos
  • Que la pieza se mueve a la redonda,
  • Y en rededor moverse las columnas,
  • Que tomen acabando de dar vueltas
  • Que los sepulte el techo de sus ruinas.
  • Cuando principia ya naturaleza
  • A remontar los fuegos tembladores
  • Del encarnado Sol, y al levantarla
  • Sobre la cima de los montes, tiene
  • Al parecer en ella el Sol reposo,
  • Tocándola de cerca con su fuego;
  • Apenas distan ellos de nosotros
  • Dos mil o cuando más quinientos tiros
  • De saeta o de dardo: inmensos mares
  • Entre el Sol y los montes se comprenden
  • Debajo de las bóvedas celestes;
  • Y se hallan a otro lado de estos mares
  • Infinitas regiones habitadas
  • De hombres y de animales diferentes.
  • Empero un charco de agua que no tenga
  • Más que una pulgada de profundo,
  • Estancada en las piedras de la calle
  • Debajo de los pies, hace veamos
  • El espacio tan vasto, que separa
  • El cielo de la tierra por encima
  • De nosotros: creyéramos que el globo,
  • De parte a parte atravesado, ofrece
  • Otros nuevos nublados a la vista,
  • Y a los ojos presenta un nuevo cielo,
  • Y otros cuerpos hundidos en las tierras
  • Vemos en este espacio prodigioso.
  • Si se nos para en medio de algún río
  • El arrogante bruto, y si bajamos
  • La vista hacia la rápida corriente,
  • Parece que una fuerza arrastra el cuerpo
  • Del inmóvil caballo río arriba,
  • Y por cualquiera parte que miremos
  • Nos parece que son así arrastrados
  • En general los cuerpos velozmente,
  • Y suben la corriente de este modo.
  • Un pórtico formado de columnas
  • Paralelas o iguales en altura
  • Mirado en su largor desde un extremo,
  • Se angosta poco a poco como en cono,
  • El techo se deprime hacia la tierra,
  • Y el lado izquierdo juntase al derecho,
  • Hasta que no descubren más los ojos
  • Que el ángulo confuso de su cono.
  • Del seno de los mares ven que sale
  • El Sol los marineros; y se pone
  • Y sepulta su luz también en ellos;
  • Sus ojos no ven mas que cielo y agua;
  • No debes tú tachar de mentirosos
  • Ligeramente en todo a sus sentidos.
  • Los ignorantes de la mar se creen
  • Ver deformes y rotos los navíos
  • En el ponto sus olas resistiendo:
  • La parte del timón y de los remos
  • Que sobresale por el agua es recta,
  • Y la parte que está dentro del agua
  • Parece que se dobla, y se levanta
  • En línea horizontal, que en cierto modo
  • Flota por refracción sobre las aguas.
  • Cuando llevan los vientos por el aire
  • En medio de la noche claras nubes,
  • Parece que los fuegos celestiales
  • Se van contra las nubes resbalando
  • Y que con una dirección contraria
  • Al curso natural ruedan sobre ellas.
  • Si apretamos un ojo con la mano
  • Por la parte inferior, parecen dobles
  • Los objetos que vemos: la luz doble,
  • Doble el rico menaje, y que los hombres
  • Tienen doblada cara y doble cuerpo.
  • Cuando el sueño por fin los miembros ata
  • Con un dulce sopor, y cuando el cuerpo
  • En profundo reposo está tendido,
  • Entonces nos parece estar despiertos,
  • Y hacer también de nuestros miembros uso;
  • Creemos ver el Sol y luz del día
  • En medio de la noche tenebrosa:
  • Y en una pieza estrecha y bien cerrada
  • Mudar de climas, mares, montes, ríos,
  • Y atravesar a pie llanuras grandes;
  • Y en el profundo y general silencio,
  • De la noche parece oír sonidos,
  • Y silenciosos responder acordes.
  • Vemos, en algún modo sorprendidos,
  • Semejantes fenómenos, que tienden
  • Todos a destruir la confianza
  • Debida a los sentidos, pero en vano:
  • El engaño proviene en nuestra parte
  • De los juicios del alma que nosotros
  • Pintamos con aquellas relaciones
  • De los sentidos, suponiendo visto
  • Aquello que los órganos no vieron;
  • Porque la distinción de relaciones
  • Evidentes de inciertas conjeturas
  • Que el ánimo de suyo nos asocia
  • Es la cosa más rara y excelente.
  • Si alguno dice no saberse nada,
  • Si se puede saber él mismo ignora,
  • Supuesto que confiesa nada sabe:
  • ¿Quién podrá disputar con quien impugna
  • Las nociones más claras y evidentes?
  • No obstante, aun cuando y le concediera
  • Por cosa cierta no saberse nada,
  • De qué modo aprendió le preguntara
  • Saber y no saber qué cosa sea,
  • Sin que jamás lo cierto haya encontrado;
  • Y cómo se formó el conocimiento
  • De falso y verdadero, y de qué modo
  • Distingue la certeza de la duda.
  • Encontrarás que nace la noticia
  • De la verdad de los sentidos mismos,
  • Que al error nunca pueden inducirnos,
  • Que merecen muy grande confianza,
  • Porque, según la fuerza y energía,
  • Si oponen la verdad, pueden lo falso
  • Destruir. ¿Pues en dónde encontraremos
  • Conductor más seguro que el sentido?
  • Dirás, que en estos órganos falaces
  • Fundada la razón. ¿Podrá contra ellos
  • Deponer la razón, que su existencia
  • Enteramente a los sentidos debe?
  • ¿Que no es más que un error si engañan ellos?
  • ¿Argüirán los oídos a los ojos?
  • ¿El tacto a los oídos? ¿A este tacto
  • Con argumentos refutar podrían
  • Por ventura el olfato, el gusto, u ojos?
  • Pues no sucede así, según yo creo:
  • Tiene cada sentido sus funciones,
  • Tiene sus facultades separadas,
  • Y es preciso inspeccione así un sentido
  • Lo blando o duro, lo caliente o frío:
  • Distingue otro el olor de los colores:
  • Los sabores, olores y sonidos
  • Su propio tribunal tienen aparte:
  • No pueden mutuamente los sentidos
  • Rectificarse; ni ellos a sí mismos
  • Reprenderse podrán, puesto que siempre
  • Merecerán la misma confianza:
  • Inferimos de aquí que en cualquier tiempo
  • Serán sus relaciones verdaderas.
  • Si no pudiera, la razón decirnos
  • Cómo se ven redondos desde lejos
  • Los objetos que cerca son cuadrados,
  • Nos es más ventajoso, sin embargo,
  • Dar en defecto de solución cierta
  • Falsa razón de esta apariencia doble,
  • Que soltar la evidencia de las manos,
  • Y destruir la confianza toda,
  • Y arrancar de raíz la base entera
  • En que conservación y vida estriban:
  • Pues la razón no sólo se arruina,
  • Sino también la misma vida al punto,
  • Si no osares creer a los sentidos
  • Y huir de aquellos sitios peligrosos
  • Y los demás objetos que nos dañen,
  • Y buscar los que traen utilidades.
  • Vana declamación es el discurso
  • Que contra los sentidos se dirige.
  • Pues en la construcción de un edificio
  • Se sirve el arquitecto de una regla
  • Mal formada, y si no guarda la escuadra
  • La perpendicular, si se ladea
  • El nivel de su asiento hacia una parte,
  • Es preciso que salga el edificio
  • Muy lleno de defectos, ladeado,
  • Hundido, sin nivel, sin proporciones:
  • Parecerá amenaza desplomarse
  • Ya alguna parte dél; seguramente
  • Todo se vendrá abajo, porque ha sido
  • Mal dirigido desde sus principios:
  • Así en la relación de los sentidos
  • Si no hay seguridad y confianza,
  • Los juicios que formares es preciso
  • Te salgan todos falsos e ilusorios.
  • Es cosa fácil explicar el cómo
  • Son afectados los demás sentidos
  • Por el objeto propio a cada uno:
  • El sonido y la voz se oyen primero
  • Cuando sus elementos insinuados
  • En el oído, el órgano tocaron,
  • Porque de corporal naturaleza
  • Debemos confesar que se componen
  • El sonido y la voz, puesto que impelen
  • Los sentidos. La voz frecuentemente
  • Lastima la garganta, y los clamores
  • La tráquea irritan: porque los principios
  • De la voz, en gran número saliendo
  • Rápidamente fuera, llenan luego
  • El estrecho conducto, desgarrando
  • El orificio y lastimando el paso
  • Por do la voz escapa por los aires.
  • Así que las palabras y las voces
  • Constan de corporales elementos,
  • Supuesto que nos pueden hacer daño.
  • Bien sabes tú cuánto destruye el cuerpo,
  • Cuánto se debilitan fuerza y nervios
  • De los que conversaron largamente
  • Desde que asoma la brillante aurora
  • Hasta la sombra de la obscura noche,
  • Si ha sido la disputa acalorada.
  • Es corpórea la voz, puesto que pierde
  • El parlero gran parte de substancia.
  • La aspereza de voz y la dulzura
  • Nacen de la figura de los átomos;
  • Pues no hieren lo mismo los oídos
  • Cuando los graves y profundos toques
  • Oímos del clarín, y en ronco estruendo
  • Retumban las bocinas retorcidas,
  • Y los cisnes nacidos en los valles
  • Frescos del Helicón con voz de llanto
  • Entonan sus lamentos, armoniosos.
  • Al punto que nosotros despedimos
  • De lo íntimo del pecho los sonidos
  • A lo interior del paladar la lengua,
  • De las palabras móvil formadora,
  • Las articula, y modifica en parte
  • La inflexión de los labios; y si es corto
  • El espacio que corre aquel sonido
  • Para llegar al órgano, se oyen
  • También perfectamente las palabras,
  • Las articulaciones se distinguen
  • Porque sus inflexiones y carácter
  • La voz conserva; pero si el espacio
  • Que se interpone es demasiado largo,
  • Confunde las palabras el mucho aire,
  • Y se pierde la voz atravesando:
  • Luego pueden oírse los sonidos
  • Sin distinguir qué dicen las palabras:
  • Tan confusa y revuelta la voz llega.
  • De todo el pueblo hiere los oídos
  • Con un solo pregón el pregonero:
  • Una voz sola se divide al punto
  • En otras infinitas repartidas
  • Por todos los oídos, distinguiendo
  • Las articulaciones y sonidos.
  • Las voces que no llegan al oído
  • Mueren desvanecidas por los aires,
  • Continuando su marcha; o estrelladas
  • En algún cuerpo sólido, el sonido
  • Repiten rechazadas; muchas veces
  • Engañan reflejando la palabra,
  • Así como la imagen el espejo.
  • Bien enterado tú de lo que digo,
  • Puedes a los demás y a ti explicarte
  • Cómo en las soledades los peñascos
  • Repiten las palabras por su orden
  • Y en articulación cuando buscamos
  • Entre montes opacos los perdidos
  • Compañeros, llamándolos a voces.
  • Sitios he visto yo que repetían
  • Seis o siete palabras, diciendo una:
  • Las palabras así de cerro en cerro
  • Reflejadas muy bien se distinguían.
  • Los pueblos comarcanos se figuran
  • Que las ninfas habitan estos sitios,
  • Y caprípedos sátiros, diciendo
  • Los faunos ser, que en estas soledades
  • Interrumpen la calma silenciosa
  • Con su nocturno estrépito y retozo
  • Y que hieren las cuerdas con destreza,
  • Que acompaña la flauta bien tocada:
  • Y aseguran sentir los campesinos
  • Cuando Pan, agitando en su cabeza
  • Anfibia la corona de los pinos,
  • Recorre con sus labios retorcidos
  • Los caramillos, porque nunca deja
  • De sonar canción rústica la flauta.
  • Otros muchos prodigios de esta clase
  • Refieren, y los venden por milagros,
  • Bien porque no se mire aquella tierra
  • Que habitan ellos como abandonada
  • De los dioses, o bien sean movidos
  • De otra cualquier razón, como que toda
  • La raza humana fábulas ansía.
  • Luego ya no debemos admirarnos
  • Que lleguen y nos hieran el oído
  • Las voces por los sitios do no pueden
  • Los ojos percibir a los objetos:
  • Con las puertas cerradas nos hablamos:
  • Todos lo vemos, pues sin duda alguna
  • Libremente la voz puede meterse
  • Por conductos sinuosos de los cuerpos:
  • Se niegan a esta acción los simulacros:
  • Así, pues, se dividen si los poros
  • No están en línea recta como aquéllos
  • Del vidrio que la imagen atraviesa.
  • Se divide la Voz por todos lados,
  • Pues nacen espontáneas unas de otras;
  • Una sola produce muchas voces,
  • Como la chispa se divide en muchas.
  • La voz penetra al sitio más oculto:
  • Se oye tan bien detrás del que está hablando
  • Como en todas las piezas inmediatas.
  • Los simulacros llegan a los ojos
  • En línea recta desde los objetos.
  • Nadie puede mirar sobre sí mismo;
  • Se oyen fuera las voces, al contrario;
  • Sin embargo, también esta voz misma
  • Se embota penetrando las paredes,
  • Y nos llega confusa a los oídos:
  • Más bien oímos ruido que palabras.
  • Algo más complicado y trabajoso
  • Es declarar cómo los jugos obran
  • Sobre la lengua y paladar; sentimos
  • Primero los sabores en la boca
  • Cuando exprimimos al mascar el jugo
  • Del alimento, al modo del que aprieta
  • Y hace salir el agua de una esponja.
  • Exprimimos así todos los jugos,
  • Del paladar se cuelan por los poros
  • Y vías complicadas de la lengua.
  • Hieren suavemente si se forman
  • De fluidos y lisos elementos,
  • Y por la húmeda estancia de la lengua
  • Van excitando general deleite.
  • El paladar nos punzan y laceran
  • Si sus átomos son más angulosos.
  • Al fin, el paladar es do sentimos
  • El placer del sabor. Los alimentos,
  • Cuando por el esófago cayeron,
  • Cuando se distribuyen por los miembros,
  • Ningún placer se siente: nada importa
  • Con qué vianda se alimenta el cuerpo,
  • Con tal que esté cocida la que comas
  • Para poder colarse por los miembros,
  • El estómago habiendo humedecido.
  • Explicaré al presente por qué causa
  • No convienen los mismos alimentos
  • A cualquiera animal generalmente,
  • Y por qué el alimento que es amargo
  • Para unos animales, puede a otros
  • Parecer gustosísimo: es tan grande
  • La diferencia y variedad en esto,
  • Que lo que es alimento para unos
  • Fue para otros un veneno activo.
  • También vemos morir a la serpiente
  • Humedecida con saliva humana,
  • Y se devora con sus mismos dientes:
  • El eléboro da la muerte al hombre,
  • Y las cabras engorda y codornices.
  • Para poder saber en qué consiste
  • Ni apartes de tu mente lo que he dicho,
  • Ser muy diversas las combinaciones
  • De átomos formadores de los seres.
  • Siendo desemejantes ciertamente
  • En lo exterior los animales todos,
  • Con formas y contornos variados
  • Deben diferenciarse en la figura
  • Con mucha más razón, de sus principios;
  • Debe haber en sus poros diferencia,
  • En vías e intersticios de los miembros,
  • De boca y paladar generalmente:
  • Más ancho debe ser o más estrecho,
  • Muchos triangulares, o cuadrados,
  • Redondos o polígonos muy varios;
  • Pues deben las figuras de los poros
  • Variar en razón de la figura
  • Y el vario movimiento de los átomos,
  • Y deben variar las de las vías
  • En razón del tejido que las cerca.
  • Así, cuando los mismos alimentos
  • Gustan a un animal, y al otro amargan,
  • Es porque fácilmente se insinúa
  • Jugo en el paladar de los primeros
  • Bajo una forma lisa y redondeada,
  • Y al contrario, lastima la garganta
  • De los otros, por ser muy escabroso.
  • Estos conocimientos facilitan
  • La solución de otro cualquier problema:
  • Así cuando la bilis dominante
  • Enciende calentura, o acarrea
  • Otra cualquiera causa la dolencia,
  • Ya se trastorna entonces la armonía
  • Del cuerpo en general, se desordenan
  • Todas las posituras de elementos:
  • Los corpúsculos que antes se juntaban
  • Con los órganos, rompen su armonía,
  • Y pasan los que excitan los dolores.
  • El gusto de la miel, en fin, resulta
  • De entrambos elementos, como he dicho.
  • Trataremos ahora de qué modo
  • Hiere un cuerpo oloroso nuestro olfato.
  • Precisamente existen muchos cuerpos
  • Que despiden olores infinitos;
  • Que éstos fluyen y corren, y se esparcen
  • De continuo debemos presumirnos:
  • Que es mayor o menor su analogía
  • Con unos animales que con otros
  • Según la diferencia de figuras:
  • El olor de la miel desde muy lejos
  • Convida a las abejas, y a los buitres
  • Convidan los cadáveres podridos,
  • Y los galgos se van en pos del rastro:
  • El guarda del romano Capitolio,
  • El blanco ganso, humano olor ventea:
  • Así el olor que es propio a cada especie
  • Dirige el animal a pastos buenos,
  • Y le hace huir mortífero veneno,
  • Conservándose así los animales.
  • Porque la actividad de los olores
  • Que llegan a tocarnos el olfato
  • Puede circunscribirse más o menos;
  • Sin embargo, no llegan a extenderse
  • Tanto como la voz y los sonidos,
  • Y mucho menos que los simulacros
  • Por quienes todos los objetos vemos;
  • Extraviados llegan lentamente,
  • Perecen poco a poco descompuestos
  • En medio de los aires fácilmente,
  • Porque apenas exhalan las substancias
  • De lo más interior emanaciones:
  • Como declara el ver que todo el cuerpo
  • Exhala y fluye olores más subidos
  • Cuando es molido y arrojado al fuego.
  • Claramente se ven que son más gruesos
  • Los principios que forman los olores
  • Que aquéllos que componen el sonido,
  • Porque el olor no pasa las paredes,
  • Por do voz y sonidos se entran luego:
  • Por lo que no es tan fácil el que atines
  • Dónde se halla el olor, porque en los aires
  • Su acción apagan las continuas pausas;
  • No corren a decirnos de do vienen:
  • El perro así se pierde y busca al rastro.
  • Estos efectos no son peculiares
  • En realidad de olores y sabores
  • Las imágenes mismas de los seres
  • Y colores no están proporcionadas
  • A los órganos todos de manera
  • Que no haya cuerpos cuya vista cause
  • Un más vivo dolor que la de otros.
  • Sacudiendo a la noche con las alas
  • De esta manera el gallo, que acostumbra
  • Aplaudir a la aurora con voz clara,
  • No le resisten rápidos leones
  • Ni le pueden mirar; luego al momento
  • Huyen de él, porque emanan de sus miembros
  • Átomos que, metidos en los ojos
  • De los leones, su pupila hieren,
  • Y tal dolor excitan, que no pueden
  • Resistir el coraje y valentía;
  • Cuando dañar no pueden nuestros ojos
  • O porque no penetran los principios.
  • O porque, introducidos, les dan paso
  • Francamente los ojos de manera
  • Que no pueden herirlos al volverse.
  • Ora con brevedad decirte quiero
  • Qué cuerpos dan al alma movimiento
  • Y de dónde la vienen sus ideas.
  • Digo que vagan muchos simulacros
  • En toda dirección con muchas formas,
  • Tan sutiles, que se unen fácilmente
  • Si llegan a encontrarse, por los aires,
  • Como el hilo de araña y panes de oro;
  • Porque aun exceden en delicadeza
  • A las efigies por las cuales vemos
  • Los objetos, supuesto que se meten
  • Por todos los conductos de los cuerpos,
  • Y dan interiormente movimiento
  • Del alma a la substancia delicada,
  • Y la ponen en juego sus funciones.
  • Los centauros, Scilas y Cerberos
  • Y fantasmas de muertos así vemos,
  • Cuyos huesos abraza en sí la tierra:
  • Pues la atmósfera hierve en simulacros;
  • De suyo unos se forman en el aire,
  • Otros emanan de los varios cuerpos,
  • De dos especies juntas constan otros.
  • La imagen de un centauro no se forma
  • Seguramente de un centauro vivo:
  • No ha criado jamás naturaleza
  • Semejante animal; es un compuesto
  • De simulacros de caballo y hombre
  • Que el acaso juntó; y cual dicho habemos,
  • Su tejido sutil y delicado
  • La reunión al momento facilita:
  • Como esta imagen se combinan otras,
  • Que por su extraordinaria ligereza
  • El alma afectan al primer impulso,
  • Porque el ánimo mismo es delicado,
  • Y de movilidad extraordinaria.
  • Es una prueba cierta de lo dicho
  • Parecerse en un todo los objetos
  • Que el alma mira a los que ven los ojos,
  • Porque nacen del mismo mecanismo:
  • Si enseñé que veía yo leones
  • Con el auxilio de los simulacros
  • Que llegando nos hieren en los ojos,
  • Se infiere que igualmente el alma mueven
  • Los demás simulacros de leones,
  • Que ve tan bien como los mismos ojos.
  • No de otro modo el alma está despierta
  • Cuando se extendió el sueño por los miembros
  • Porque llegan al alma tan deveras
  • Los simulacros que de día hieren,
  • Que nos parece ver aquel desierto,
  • A quien la muerte y tierra ya dominan.
  • A esta ilusión naturaleza obliga,
  • Porque reposan todos los sentidos
  • En un profundo sueño las verdades
  • No pueden oponer a los errores,
  • Porque está adormecida la memoria,
  • Y con el sueño lánguida no pugna;
  • Que aquél que el alma cree ver con vida,
  • Despojo es de la muerte y del olvido.
  • Por lo demás, no es una maravilla
  • El movimiento de los simulacros,
  • Y agitación de brazos y de miembros
  • Según las reglas, pues durante el sueño
  • Deben tener lugar las apariencias;
  • Como que si el primero se disipa
  • Y viene a sucederle otro distinto,
  • Parece que es el mismo simulacro
  • Que ha mudado de gesto en un instante.
  • Muchas cuestiones hay sobre este asunto,
  • Y muchas dudas que poner en claro,
  • Si deseamos profundar las cosas.
  • La primera cuestión que se propone
  • Es por qué el alma en el instante tiene
  • La idea del objeto que la gusta:
  • ¿Miran la voluntad los simulacros?
  • ¿Viene la imagen luego que queremos?
  • Si mar, si tierra, si, por fin, e1 cielo,
  • Los congresos, la pompa, los banquetes,
  • Si los combates, si otro objeto agrada,
  • ¿Nos crea y guarda la naturaleza
  • Las efigies de todo a cualquier seña,
  • Mientras que en la región y sitio mismo
  • Profundamente están las almas de otros
  • De ideas muy distintas ocupadas?
  • ¿Qué diré cuando vemos en el sueño
  • Ir bailando a compás los simulacros,
  • Cuando mueven sus miembros delicados,
  • Y cuando tienden sus flexibles brazos
  • Alternativamente con destreza,
  • Y lo vuelven a hacer con pie ligero?
  • ¿Estudiaron acaso reglas y arte
  • Para poder de noche divertirse?
  • Tengo yo por más cierto y verdadero
  • Que percibimos estos movimientos
  • En un instante solo, como cuando
  • Se da una sola voz, y sin embargo,
  • Pasan muchos instantes, que distingue
  • La razón solamente: ésta es la causa
  • De presentarse muchos simulacros
  • En cualquier tiempo, y en cualquiera parte:
  • ¡Tanta es su muchedumbre y ligereza!
  • Y siendo tan delgado su tejido,
  • No puede el alma verlos claramente
  • Sin recogerse dentro de sí misma:
  • Si ella no se dispone a recibirlos
  • Con grande aplicación, todos perecen,
  • Y lo logra por medio de esperanza
  • De ver aquello que realmente mira.
  • ¿No adviertes tú también cómo los ojos
  • No pueden distinguir aquel objeto
  • Poco sensible, porque se tendieron
  • Sin recogerse y prepararse mucho?
  • Aun los cuerpos expuestos a la vista
  • Son para el alma, si ella no se aplica,
  • Como si cien mil leguas estuvieran:
  • ¿A qué viene admirarse de que el alma
  • Deje escapar los simulacros todos
  • Menos los que la tienen ocupada?
  • Tal vez abulta el alma simulacros,
  • Y nos lleva al error y nos engaña:
  • También transforma el sexo de la imagen,
  • Y en vez de una mujer, sólo tocamos
  • Un hombre transmutado en un instante,
  • U otro cualquier sujeto que en pos viene,
  • De semblante y edad muy diferentes:
  • Esto proviene del olvido y sueño.
  • Debes siempre evitar lo más que puedas
  • Entre otros un error: pensar no debes
  • Que fue criada para ver tan sólo
  • La órbita brillante de los ojos:
  • Y las móviles piernas y los muslos
  • Sobre la base de los pies alzados,
  • Porque alargar pudiéramos los pasos,
  • Y con robustos músculos los brazos
  • Y que una y otra mano fueron dadas
  • Para poder buscarnos lo preciso.
  • El orden respectivo de las causas
  • Y de efectos ha sido trastornado
  • Con interpretaciones semejantes:
  • Pues no han sido formados nuestros miembros
  • Para servicio nuestro: los usamos,
  • Porque hechos nos los hemos encontrado:
  • La vista no nació antes que los ojos;
  • La lengua fue criada antes que el habla;
  • La lengua fue mucho antes que el lenguaje;
  • Los oídos también fueron criados
  • Mucho antes que se oyeran los sonidos;
  • Y en fin, todos los miembros existieron
  • Antes de que, se usaran, según pienso:
  • No es la necesidad la que los hizo.
  • Los hombres se batían a puñadas,
  • Y se hacían heridas con las uñas,
  • Y sangre por sus miembros chorreaba,
  • Mucho antes que las flechas brilladoras
  • Volasen por el aire: y las heridas
  • A evitar enseñó naturaleza
  • Antes que le colgara al brazo izquierdo
  • El arte algún broquel para escudarle:
  • Y dar reposo al cuerpo fatigado
  • Más antiguo es que camas y plumones
  • Y el apagar la sed antes que el vaso:
  • Estos descubrimientos, que son fruto
  • De la necesidad y la experiencia,
  • Podemos persuadirnos que se han hecho
  • Por utilidad nuestra: no sucede
  • Con los demás objetos esto mismo,
  • Cuyo uso es posterior al nacimiento,
  • Como son nuestros órganos y miembros
  • Ni por asomo debes presumirte
  • Para utilidad nuestra ser criados.
  • Tampoco es maravilla que se busque
  • Sustento el animal, naturalmente:
  • Porque enseñé, fluían de los cuerpos
  • De mil modos corpúsculos sin número:
  • Que debe ser su emanación copiosa
  • Por su mucho ejercicio y movimiento
  • En unos animales: se evaporan
  • Por la transpiración otras porciones
  • De lo interior del cuerpo: otras exhalan
  • Por la respiración los animales
  • Que lánguidos jadean: estos males
  • Envarecen el cuerpo, y se destruye
  • Con dolores la máquina en seguida.
  • Por lo mismo se toma el alimento,
  • El cual, metido por los intersticios
  • Asegura los miembros, y da fuerzas,
  • Y llena los conductos ensanchados
  • Con el deseo que a comer incita.
  • De igual modo se extienden las bebidas
  • Por la parte que quiere humedecerse,
  • Y el volcán de calor que devoraba
  • El estómago, al punto se disipa,
  • Y se extingue el ardor que hay en los miembros
  • De este modo se apaga sed ardiente,
  • De este modo se sacia y harta el hambre.
  • Ahora voy a explicarte cómo andamos
  • Cuando queremos, cómo meneamos
  • Los miembros de maneras diferentes,
  • Y cuál es el agente acostumbrado
  • Que empuja hacia adelante nuestro cuerpo,
  • De peso tan crecido: pon cuidado.
  • Vienen los simulacros, como he dicho,
  • A tocar el espíritu, y le invitan
  • Al movimiento: luego de aquí nace
  • La voluntad: porque ninguno emprende
  • Cosa alguna sin que haya examinado
  • El alma aquel objeto que la gusta;
  • Operación que exige la presencia
  • De simulacros: pues determinado
  • De este modo el espíritu declara
  • Su voluntad con cierto movimiento,
  • Que comunica al alma en un instante,
  • Repartida por todos nuestros miembros,
  • Y es muy fácil de hacerse, porque unidas
  • Están íntimamente ambas substancias.
  • El rechazo del alma siente el cuerpo,
  • Y así toda la mole se menea
  • Y avanza lentamente: además de esto,
  • El cuerpo se enrarece al tiempo mismo,
  • Y el aire siempre móvil, como debe,
  • Se hace dueño de todos los conductos,
  • Copioso se derrama por los poros,
  • Y por las partecillas más sutiles
  • Del cuerpo se reparte de este modo.
  • Así, el alma y el aire son las velas
  • Que mueven nuestro cuerpo como nave.
  • Sin embargo, no debes admirarte
  • Que puedan los corpúsculos tan finos
  • Empujar y volver a su albedrío
  • Una mole tan grave como el cuerpo:
  • El viento así sutil y muy delgado
  • Es poderoso para hacer que anden
  • Las más disformes naves por las ondas:
  • Por rápida que sea su derrota,
  • Una mano tan sola las dirige,
  • Y las vira doquier un timón solo.
  • Por medio de poleas y de ruedas
  • Las máquinas manejan y levantan
  • Los pesos más enormes sin esfuerzo.
  • Para explicarte ahora cómo el sueño
  • Derrama por los miembros el descanso
  • Y ahuyenta los cuidados de los pechos,
  • Recurriré al encanto de los versos,
  • Y no a su multitud. Así del cisne
  • Los débiles acentos más regalan
  • Las orejas que aquel cridar de grullas
  • Que se llevan los aires. Pronta oreja
  • Y un ánimo sagaz préstame ahora
  • Para que no me niegues ser posible
  • Lo que voy a decirte: no repruebes
  • Con obstinado pecho la evidencia:
  • De tu ceguera cúlpate a ti mismo.
  • El sueño viene cuando el alimento
  • Llega a descomponerse por los miembros;
  • Y alguna de sus partes sale fuera
  • Y otra se junta más y se condensa
  • En lo interior del cuerpo; se desatan
  • Y se aflojan entonces ya los miembros;
  • Pues debemos al alma el sentimiento
  • De que no puede el sueño despojarnos,
  • Sin que entonces nos fuera perturbada
  • Y echada fuera el alma, aunque no toda,
  • Pues yacería el cuerpo rodeado
  • Con el eterno frío de la muerte:
  • La más leve partícula de alma
  • No quedara escondida por los miembros,
  • Como el fuego tapado con ceniza,
  • Que encendiera de nuevo el sentimiento
  • De pronto por los miembros como fuego.
  • Diré la causa de este nuevo estado,
  • Y cómo puede el alma perturbarse,
  • Y el cuerpo desfallece lentamente:
  • Haz que no azote el viento con palabras.
  • Como la superficie de los cuerpos
  • El contacto del aire experimenta,
  • Es preciso que sea sacudida
  • Sin cesar por sus golpes repetidos.
  • Razón por qué los seres casi todos
  • Están cubiertos de pellejo, o cerda,
  • O de conchas, o callos, o cortezas:
  • Y el aire respirado de continuo,
  • Por medio de su flujo y su reflujo
  • Los azota también interiormente.
  • Así es chocado el cuerpo por los lados,
  • Y este choque por medio de los poros
  • Llegando a los primeros elementos
  • La destrucción prepara poco a poco.
  • Los principios del ánimo y del cuerpo
  • Se trastornan de modo que una parte
  • Del alma es arrojada, y otra queda
  • En lo interior del cuerpo recogida:
  • Repartida en los miembros la tercera,
  • No puede reunirse, ni su parte
  • Alarga al movimiento de la vida,
  • Porque ha cortado la naturaleza
  • Las vías y conductos: huye al punto
  • El sentimiento en medio del desorden.
  • Y como el cuerpo ya no tiene apoyo,
  • Todo él se debilita y descaece,
  • Los brazos caen, los párpados se cierran,
  • Y quedan los jarretes aplomados.
  • Después de la comida viene el sueño,
  • Porque el efecto que produce el aire,
  • Ese mismo produce el alimento
  • Cuando se va escondiendo por las venas;
  • Y aquel sopor es mucho más profundo
  • Que se sigue a la hartura, o la fatiga,
  • Pues trastorna ésta más los elementos,
  • Deja el alma encerrada por adentro
  • Y la echa más copiosa y dividida,
  • Y la desune más entre sí misma.
  • Y aquello en que más uno se ha ocupado,
  • Y en las cosas que más se ha detenido
  • Y en que más atención hubiese puesto,
  • Eso mismo en el sueño nos parece
  • Hacer por lo común; los abogados
  • Defienden causas, e interpretan leyes;
  • Combates dan y asaltos los caudillos;
  • Con los vientos se baten los pilotos;
  • Yo mismo no interrumpo mi trabajo,
  • Y siempre busco la naturaleza,
  • Y encontrada, a mi patria la declaro.
  • De este modo las otras facultades
  • Y los estudios de ordinario ocupan
  • En sueños a los hombres con engaños.
  • Y aquéllos que a los juegos de continuo
  • Asisten muchos días de seguida,
  • Los vemos casi siempre, aun cuando deje
  • La diversión de herir a sus sentidos,
  • Conservar en sus almas paso franco
  • Por do puedan los mismos simulacros
  • Introducirse; y los objetos mismos
  • Por muchos días se les representan:
  • Aunque despiertos ven los danzarines
  • Meneando sus miembros diestramente
  • Y oyen la consonancia de la lira,
  • Y el lenguaje suave de las cuerdas;
  • Ven el mismo concurso, y ven la escena
  • Que brilla con adornos variados.
  • La inclinación, el gusto y la costumbre
  • Tanto influyen en hombres y animales.
  • Como que los caballos animosos,
  • Sepultados sus miembros en el sueño,
  • Los verás en sudor todos bañados
  • Y resoplar y hacer esfuerzos grandes,
  • Soñando así como si disputaran
  • Sobre la palma, abiertas las barreras.
  • También los perros de los cazadores
  • Durante el blando sueño de repente
  • Sus pies agitan, ladran y a menudo
  • Oliscar se les ve cual si tuvieran
  • El rastro de la caza descubierto;
  • Y volviendo del sueño continúan
  • Persiguiendo los vanos simulacros
  • De los ciervos que huyendo se figuran,
  • Hasta que en sí volviendo, el error dejan.
  • Mas el perro leal y cariñoso
  • Que vive con nosotros en la casa,
  • Sacude en un instante el leve sueño
  • Que sus ojos velaba, y se levanta
  • Listo como si viera cara nueva
  • Y rostro sospechoso: porque inquietan
  • Los simulacros tanto más en sueños
  • Cuanto sus elementos son más rudos.
  • Las varias aves huyen, al contrario,
  • Y agitando sus alas, al momento
  • Se acogen a los bosques de los dioses,
  • Por la noche, si en blando sueño vieron
  • El gavilán sobre ellas arrojarse
  • Y con rápido vuelo perseguirlas.
  • A la verdad que grandes movimientos
  • Agitan a las almas de los hombres:
  • Proyectos vastos forman y ejecutan;
  • Soñando hacen los reyes prisioneros;
  • Esclavos son en sueños de los mismos;
  • Un combate se sigue a otro combate;
  • Claman como si allí los degollaran;
  • Muchos bregan y gimen doloridos
  • Y como si pantera o león fiero
  • Los hicieran pedazos a bocados,
  • Así llenan el aire de chillidos:
  • Muchos tratan negocios importantes,
  • Y su acción declararon muchas veces;
  • Otros. en sueños ven venir la muerte;
  • Creyendo dar con todo el cuerpo en tierra
  • Desde elevados montes arrojados,
  • Con gran congoja se despiertan muchos,
  • Y a duras penas vuelven en sí mismos
  • Con tanta agitación como han tenido:
  • Un sediento también a par de un río
  • O de una fuente amena está sentado,
  • Y se quiere beber el agua toda;
  • De ordinario, dormidos los muchachos
  • Al lado de un servicio o meadero
  • Para orinar creen alzar la ropa,
  • Inundando las telas exquisitas
  • Que hizo para su cama Babilonia.
  • Mas los que sienten por la vez primera
  • La juventud lozana cuando el tiempo
  • El semen por los miembros desenvuelve,
  • Se les ofrecen muchos simulacros
  • De cualquier cuerpo en sueños mensajeros
  • De un rostro hermoso, fresco y agraciado,
  • Que provocan el órgano atestado
  • De semilla abundante; y así como
  • Hubieran penetrado muchas veces,
  • El santuario del placer, arrojan
  • Chorros de semen que los contaminan.
  • Bulle en nosotros, como dije, e1 semen
  • Cuando la juventud nos robustece:
  • Cada órgano es movido y provocado
  • Por el objeto propio: humana imagen
  • El órgano prolífico conmueve;
  • Cuando de sus depósitos se sale
  • El semen esparcido por el cuerpo,
  • Y se junta en los nervios destinados
  • Y penetra de pronto el mismo sitio
  • Engendrador, se atiesan los conductos,
  • Quiere arrojarlo la naturaleza
  • Do el bárbaro deseo se encamina:
  • Y el alma se dirige a aquel objeto
  • Que la hirió con sus flechas amorosas:
  • Todos salen heridos del combate
  • Y los tiros asestan hacia aquélla
  • Que hiriéndonos se dio ella por vencida,
  • Y el mismo vencedor ensangrentado
  • En medio de su triunfo se presenta.
  • Así, pues, a quien Venus ha llagado,
  • Ya tomando los miembros delicados
  • De un muchacho, o haciendo que respire
  • Una mujer amor por todo el cuerpo,
  • Se dirige al objeto que la hiere,
  • Impaciente desea a él ayuntarse
  • Y llenarle de semen todo el cuerpo:
  • El deleite presagia la ansia ciega:
  • Ésta, pues, es la Venus que tenemos,
  • De aquí el nombre de amor trajo su origen,
  • De aquí en el corazón se destilara
  • Aquella gota de dulzor de Venus
  • Que en un mar de inquietudes ha parado:
  • Porque si ausente está el objeto amado,
  • Vienen sus simulacros a sitiarnos
  • Y en los oídos anda el dulce nombre.
  • Conviene, pues, huir los simulacros,
  • De fomentos de amores alejarnos,
  • Y volver a otra parte el pensamiento,
  • Y divertirse con cualquiera objeto;
  • No fijar el amor en uno solo,
  • Pues la llama se irrita y se envejece
  • Con el fomento, y el furor se extiende
  • Y el mal de día en día se empeora.
  • Si no entretienes tú con llagas nuevas
  • Las heridas que te hizo amor primero,
  • Y haciéndote veleta en los amores
  • No reprimes el mal desde su origen
  • Y llevas la pasión hacia otra parte.
  • Las dulzuras de Venus no renuncia
  • Aquél que huye de amor: por el contrario,
  • Coge sus frutos solo sin disgusto.
  • Gozan siempre las almas racionales
  • De un deleite purísimo y seguro,
  • Mejor que los amantes desgraciados,
  • Que al mismo tiempo de gozar fluctúan
  • Sobre el hechizo de su amor incierto.
  • No saben do fijar ojos y manos;
  • Aprietan con furor entre sus brazos
  • El objeto primero que agarraron,
  • Le molestan muchísimo, y sus dientes
  • Clavan cuando le besan en los labios,
  • Porque no tienen un deleite puro;
  • Secretamente son aguijoneados
  • A maltratar aquel objeto vago
  • Que motivó su frenesí rabioso:
  • Pero Venus mitiga los dolores
  • Gozando del amor suavemente,
  • Y con blando placer las llagas cura.
  • Pues los amantes tienen esperanza
  • De que aquel mismo cuerpo que ha inflamado
  • Su pecho en amor ciego, puede él mismo
  • Apagar el incendio que ha movido;
  • Pero se opone la naturaleza:
  • Y es la única pasión de cuyos goces
  • Con bárbaro apetito se arde el pecho;
  • Pues el hambre y la sed se satisfacen
  • Fácilmente por dentro repartidos
  • Bebidas y alimentos en los miembros,
  • Y se pueden pegar a ciertas partes.
  • Pero un semblante hermoso y peregrino,
  • Sólo deja gozar en nuestro cuerpo
  • Ligeros simulacros que arrebata
  • Miserable esperanza por los aires.
  • Así como un sediento busca en sueños
  • El agua ansiosamente, y no la encuentra,
  • Para apagar el fuego de su cuerpo,
  • Y sólo da con simulacros de agua,
  • Y con vana fatiga de sed muere
  • Bebiendo en un río caudaloso;
  • Del mismo modo engaña a los amantes
  • Venus con simulacros: ni la vista
  • De un cuerpo hermoso hartura puede darlos,
  • Ni quitar de sus miembros delicados
  • Alguna parte pueden con sus manos
  • Que inciertas manosean todo el cuerpo.
  • En fin, cuando sus miembros enlazados
  • Gozan el fruto de la edad florida,
  • Cuando el cuerpo presagia los contentos
  • Y a punto Venus de sembrar los campos,
  • Los amantes agárranse con ansia,
  • Y juntando saliva con saliva
  • El aliento detienen apretando
  • Los labios y los dientes; pero en vano,
  • Porque de allí no pueden sacar nada
  • Ni penetrar ni hacerse un mismo cuerpo;
  • Al parecer son estos sus intentos;
  • Venus los junta con ansiosos lazos
  • Cuando en el seno del placer sus miembros
  • En licor abundante se derriten
  • Conmovidos en fuerza del deleite;
  • En fin, cuando la Venus recogida
  • De los nervios saltó, por un momento
  • El ardor violento se amortigua
  • Vuelve después con más furor la rabia,
  • Buscando sin cesar tocar el blanco
  • De sus deseos; pero no hallan medio
  • Con que puedan triunfar de su desgracia:
  • ¡Tan ciega herida errantes los consume!
  • Agrega a los tormentos que padecen
  • Sus fuerzas agotadas y perdidas,
  • Una vida pasada en servidumbre,
  • La hacienda destruida, muchas deudas,
  • Abandonadas las obligaciones,
  • Y vacilante la opinión perdida:
  • Perfumes y calzado primoroso
  • De Sición, que sus plantas hermosea:
  • Y en el oro se engastan esmeraldas
  • Mayores y de verde más subido
  • Y se usan en continuos ejercicios
  • De la Venus las telas exquisitas,
  • Que en su sudor se quedan empapadas:
  • Y el caudal bien ganado por sus padres
  • En cintas y en adornos es gastado:
  • Le emplean otras veces en vestidos
  • De Malta y de Scio: le disipan
  • En menaje, en convites, en excesos,
  • En juegos, en perfumes, en coronas,
  • En las guirnaldas, pero inútilmente;
  • Porque en el manantial de los placeres
  • Una cierta amargura sobresalta,
  • Que molesta y angustia entonces mismo;
  • Bien porque acaso arguye la conciencia
  • De una vida holgazana y desidiosa
  • Pasada en ramerías; o bien sea
  • Que una palabra equívoca tirada
  • Por el objeto amado, como flecha,
  • Traspasa el corazón apasionado
  • Y toma en él fomento como fuego;
  • O bien celoso observa en sus miradas
  • Distracción hacia él mirando a otro,
  • O ve en su cara risa mofadora.
  • Si en el amor feliz hay tantas penas,
  • Innumerables son las inquietudes
  • De un amor desgraciado y miserable:
  • Se vienen a los ojos tan de claro,
  • Que es mejor abrazar, como he enseñado,
  • El estar siempre alerta, y no dejarse
  • Enredar en sus lazos; pues más fácil
  • Es evitar las redes, que escaparse
  • Y de Venus romper los fuertes lazos
  • Cuando el amor nos tiene ya prendidos,
  • Y aunque fueras cogido y enredado
  • Podrías evitar el infortunio
  • Si tú mismo no fueras a buscarle;
  • Si primero los ojos no cerraras
  • Sobre todos los vicios de su alma
  • Y sobre los defectos corporales
  • De aquel objeto por quien sólo anhelas:
  • Ciega por lo común a los amantes
  • La pasión, y les muestra perfecciones
  • Aéreas; porque vemos que las feas
  • Aprisionan los hombres de mil modos,
  • Y hacen obsequio grande a las viciosas:
  • Y unos de otros se burlan y aconsejan
  • El aplacar a Venus mutuamente
  • Que los aflige con amor infame:
  • Si es negra su querida, para ellos
  • Es una morenita muy graciosa;
  • Si sucia y asquerosa, es descuidada;
  • Si es de ojos pardos, se asemeja a Palas;
  • Si seca y descarnada, es una corza
  • Del Ménalo; si enana y pequeñita,
  • Es una de las gracias, muy salada;
  • Si alta y agigantada, es majestuosa,
  • Llena de dignidad; tartamudea
  • Y no pronuncia bien, es un tropiezo
  • Gracioso; taciturna, es vergonzosa;
  • Colérica, envidiosa, bachillera,
  • Es un fuego Vivaz que no reposa;
  • Cuando de puro tísica se muere,
  • Es de un temperamento delicado;
  • Si con la tos se ahoga y desfallece,
  • Entonces es beldad descaecida;
  • Y si gorda y tetuda, es una Ceres,
  • La querida de Baco: si chatilla,
  • Es silla de placer; ¡nadie podría
  • Enumerar tan ciegas ilusiones!
  • Pero demos que sea ella un hechizo
  • Y que la haya agraciado Venus misma;
  • No faltan en el mundo otras hermosas,
  • Y sin ellas pasamos. La hermosura
  • A las mismas miserias está expuesta,
  • Y a las mismas flaquezas que la fea;
  • Tenemos evidencia: y la infelice
  • Por su hedor insufrible se sahúma,
  • De la cual huyen mucho sus doncellas,
  • Y a escondidas dan grandes carcajadas.
  • Llorando, empero, el despedido amante
  • Muchas veces adorna los umbrales
  • Con flores y guirnaldas, derramando
  • Perfumes en los postes altaneros,
  • Y da en las puertas besos infelices;
  • A quien si ya una vez introducido
  • Un ligero olorcillo molestara
  • Al entrar en la casa buscaría
  • Al punto algún pretexto de alejarse;
  • Se olvida de las quejas elocuentes
  • Tanto tiempo pensadas, y se acusa
  • De mentecato por haber supuesto
  • En aquella mortal más perfecciones
  • Que és justo conceder: muy bien lo saben
  • Nuestras diosas: ocultan por lo mismo
  • Estas flaquezas de la vida a quienes
  • Desean sujetar de amor con grillos:
  • Muy necias son en esto; porque puedes
  • Correr el velo a todos sus misterios,
  • E informarte de todos sus secretos:
  • Y si es de buena índole y modesta,
  • A mal no llevará que tú igualmente
  • Veas y observes la miseria humana.
  • No siempre la mujer con amor falso
  • Suspira: cuando el cuerpo de su amante
  • Contra su seno aprieta entre sus brazos;
  • Cuando sus labios húmedos imprimen
  • Besos que fluyen el deleite, entonces
  • Su amor es verdadero, y deseosa
  • De gozar el placer común a entrambos,
  • Le incita a que concluya la carrera
  • Del amor: no podrían de otro modo
  • Las aves, los ganados y las fieras
  • Y yeguas a los machos ayuntarse,
  • Si las hembras calientes no estuvieran,
  • Sin ellas no excitaran los hervores
  • Del placer esta dulce resistencia
  • Tan favorable a la caliente Venus.
  • ¿Por ventura no ves también aquéllos
  • Que un deleite recíproco ayuntara
  • En mutua ligadura atormentados?
  • ¿Y queriendo los perros desligarse,
  • En las encrucijadas muchas veces
  • Cada uno tira mucho por su parte
  • Cuando los tiene Venus aún pegados
  • Con fuertes ataduras? No lo harían
  • Si no fueran comunes los contentos
  • Que en aquel dulce lazo los unieron,
  • Teniéndolos a entrambos en prisiones
  • Sólo el placer recíproco es deleite.
  • Y por fortuna en el ayuntamiento,
  • Cuando ordeñó con suma ligereza
  • Y el viril semen embebió la hembra,
  • Al padre o a la madre se parecen
  • Los hijos, en razón que dominare
  • El semen de uno u otro; y si de entrambos
  • Fueren los hijos un retrato vivo,
  • De la sangre más pura de sus padres
  • Fueron formados, cuando las semillas
  • Excitadas por Venus en los miembros
  • El recíproco ardor equilibrara,
  • Y con igual influjo concurrieron.
  • A las veces sucede parecerse
  • A los abuelos, o a los bisabuelos,
  • Porque encierran los padres de ordinario
  • En su cuerpo muchísimos principios
  • Que, de padres a hijos transmitidos,
  • Vienen de un mismo tronco: después Venus
  • Varía las figuras, y remeda
  • El semblante, la voz y los cabellos
  • De los abuelos, porque son formadas
  • Aquestas partes de nosotros mismos
  • No menos que la cara, cuerpo y miembros
  • De germen fijo. Y la viril semilla
  • En producir el sexo femenino
  • Influye, y los varones engendrados
  • Son del materno semen; porque el hijo
  • Resulta siempre de las dos semillas,
  • Y aquel a quien el hijo más saliere
  • Suministró más parte de elementos,
  • Como en varones y hembras verlo puedes.
  • No impiden a ninguno las deidades
  • El propagar su especie, y que le llamen
  • Padre sus dulces hijos; o que vivan
  • En un perpetuo estéril himeneo,
  • Como lo creen muchos, y afligidos
  • Las aras bañan de copiosa sangre
  • Y llenan de presentes los altares
  • Para que con raudales de semilla
  • Empreñen sus mujeres: pero en vano
  • A los dioses y oráculos fatigan.
  • Estériles se quedan las mujeres
  • Cuando el semen es fluido o espeso
  • Con extremo: muy fluido no puede
  • Fijarse en los parajes destinados,
  • Se corre y se derrama en el momento;
  • Muy espeso, su misma consistencia
  • No le deja saltar bastante lejos
  • Y penetrar los sitios igualmente,
  • O penetrando en ellos, con el semen
  • De la mujer no es fácil se entrevere.
  • Porque en efecto, hay mucha diferencia
  • Por la organización en las uniones,
  • Y unos mejor empreñan unas que otras,
  • Y muchas fueron antes infecundas
  • En varios himeneos, y no obstante
  • Llegaron a tener un buen marido
  • Que supo fecundarlas, y quedaron
  • Enriquecidas con sabrosos hijos:
  • Y después de infinitos matrimonios
  • Infructuosos, encontraron otros
  • Apoyos de vejez con nueva esposa:
  • Tan esencial es la correspondencia
  • De la organización en los esposos,
  • Para poder unirse las semillas
  • Con las que tengan más analogía
  • Y adquieran la precisa consistencia.
  • Es preciso también ser circunspecto
  • Sobre la calidad del alimento,
  • Pues se espesan los sémenes con unos,
  • Con otros se atenúan y disuelven.
  • También debe observarse la manera
  • De tratar a la misma dulce venus;
  • Pues como los cuadrúpedos se ayuntan
  • Muchos son de opinión que los esposos
  • Deben hacerlo, porque de este modo
  • Pueden las partes recibir el semen
  • Echando el pecho y levantando el lomo.
  • No conviene que hagan las esposas
  • Movimientos lascivos, porque impiden
  • Hacerse la mujer embarazada
  • Cuando con los meneos de las nalgas
  • La venus del varón estorba inquieta
  • Y da oleadas con el tierno pecho;
  • La reja del arado echa del surco,
  • Y el chorro seminal quita del sitio.
  • Por utilidad propia las rameras
  • Tuvieron la costumbre de moverse,
  • Por no hacerse preñadas con frecuencia
  • Y porque al mismo tiempo los varones
  • Tuviesen una venus más gustosa:
  • Mas la honesta mujer no las imite.
  • No es preciso el auxilio de los dioses
  • Ni las flechas de Venus para amarse.
  • A veces la más fea mujercilla,
  • Su conducta, su agrado su limpieza,
  • Sus artificios inocentes hacen
  • Que se acostumbre el hombre fácilmente
  • A vivir en su trato y compañía,
  • Porque engendra cariño el mucho trato:
  • Golpes reiterados, aunque leves,
  • Al cabo de años triunfan de los cuerpos
  • Más sólidos. ¿No observas que las gotas
  • De la lluvia que caen sobre las peñas
  • Después de mucho tiempo las socavan?
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